LOS PELIGROS

La burbuja del doce

Nos alegrábamos la semana pasada porque el proyecto del Memorial de las Libertades encontrara una ubicación definitiva en el castillo de San Sebastián, con lo que empiezan a encajar las piezas de lo que debería ser, en el 2012, el relanzamiento anímico, cultural e industrial de la Bahía de Cádiz. Pero, a menos de cuatro años, no se ha conseguido aún una implicación popular en esa celebración.

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Ese trabajo de ilusionar a la población con una esperanza común, además a plazo fijo, debe ser muy riguroso con lo que se promete para no frustrar las expectativas creadas. No hay que aburrir a nadie. Ilusionar no es hacer ilusionismo. A estas alturas sobran los juegos de manos de proyectos que aparecen y desaparecen, de ideas que se lanzan sin aclarar quién va a pagarlas en su momento o de pedir el imposible más gordo para decir luego que nos marginan. Gran parte de la implicación popular en el Bicentenario, la que debe darle su sentido, depende de que los proyectos anunciados sean creíbles, posibles de cumplir y pasen a ser pronto una realidad. Por eso me preocupa la inconsistencia de algunas iniciativas del Ayuntamiento de Cádiz. Tan endebles que pueden llegar a convertir la importante pata municipal del Bicentenario en una inflada burbuja de aire. Proyectos que son pompas, en su sentido teatral de acompañamiento suntuoso de la función y, a la vez, fuelles huecos. Repasemos.

Aunque, desde hace meses, se ha venido diciendo que junto al Memorial iba a crearse en Cádiz una delegación (antena) del organismo Casa de América, el Ayuntamiento ha seguido anunciado su propia "Casa de América", sin ninguna relación con quien viene utilizando legalmente ese nombre desde 1990. No es hasta la semana pasada cuando parece caer en la evidente confusión y el Ayuntamiento cambia el nombre de su proyecto por el igualmente dudoso de Casa de Iberoamérica. ¿Renuncia el Ayuntamiento a establecer relaciones con los países americanos que no son Iberoamérica pero que tanto contribuyeron, por ejemplo con su trigo, a que comieran los gaditanos sitiados en 1812?. Aparte de este desliz histórico, parece incomprensible, salvo por provinciano afán de protagonismo, que se quiera competir con el prestigioso consorcio de la auténtica Casa de América, donde está el Ministerio de Asuntos Exteriores, en lugar de colaborar con ella. Para más despropósito se propone como sede del sucedáneo la antigua Cárcel Real. Un edificio pensado para esa utilidad, cuando los presos no tenían derecho de queja, que ha tenido que ser abandonado por la Junta de Andalucía porque la humedad lo hacía inviable como edificio de oficinas judiciales. ¿Qué plan de saneamiento, en el que no han caído los expertos de la Junta, piensa aplicar el Ayuntamiento para hacer habitable ese edificio? ¿Quién va a pagarlo?

Cuando hace ya cuatro meses que la nueva ley autonómica de museos exige un Plan museológico para conservar esa categoría, sigue sin presentarse el del Museo de las Cortes de Cádiz. En riesgo de pasar legalmente a simple colección museográfica. No sólo no se ha adquirido ningún fondo nuevo con vistas al Bicentenario sino que, en este tiempo, se ha descapitalizado en mudanzas. La sala de realidad virtual del Cádiz Civil del XVIII se desplazó desde allí al Torreón de Puertas de Tierra y algunos de los retratos expuestos pasaron al también por llenar Centro Reina Sofía.

Aunque el importante Teatro de Títeres de la Tía Norica acumula un retraso camino ya del año y no se ve un horizonte claro de acabarlo, se anuncia un Museo Iberoamericano de Títeres, del que naturalmente no se tiene aún nada que exponer, a varios kilómetros del primero. La incongruencia es mayor porque en el mismo Teatro se anunció un espacio expositivo propio, con muñecos y escenarios de la compañía gaditana, a pesar de que los originales antiguos se exponen muy dignamente en el Museo de Cádiz. Si ese Teatro va a ser sede de un Festival Iberoamericano, ¿no es más razonable exponer ahí los títeres que desde allí nos cedan? En lugar de apostar por un único proyecto fuerte se prefieren varios pequeños. Que parezca que se hacen muchas cosas aunque no destaque ninguna. Demasiadas burbujas.