JAIME ROSALES DIRECTOR DE 'LA SOLEDAD'

«La Academia ha sido valiente»

El triunfador de los Goya reestrena su cinta este viernes: «Confieso que tuvo menos taquilla de la esperada»

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«La Academia ha sido muy valiente al apoyar este tipo de cine. Hay algo histórico en que una película como La soledad haya conectado emocionalmente con los académicos. Espero que sea un ejemplo a seguir y que este testigo pase a muchos más cineastas para poder llegar a más espectadores». Jaime Rosales se convirtió en el sorprendente protagonista de la 22ª edición de los Goya al llevarse el de mejor película y director, además del de actor revelación para José Luis Torrijo.

Su segundo largometraje llegó a las pantallas en junio sin apenas promoción. Sólo lo vieron 41.000 espectadores. Ahora, esta historia coral protagonizada por actores desconocidos tiene una nueva oportunidad porque este viernes se reestrena con 30 copias. Rosales admite que tiene sentido una segunda vida comercial. «El Goya es un acicate. Yo hago un cine que no es fácil, y mi nombre no es conocido como para arrastrar a la gente a las salas. Confieso que tuvo menos taquilla de la que me esperaba, porque es una historia con vocación popular. Lo curioso es que se han hecho tres lanzamientos en DVD que se han agotado en muy poco tiempo».

Nacido en Barcelona hace 37 años, Rosales sale de la cantera de Cannes, certamen en el que llamó la atención con su ópera prima Las horas del día. Cine de autor cien por cien, Rosales insiste en que no está solo, aunque en este momento le haya tocado «abanderar propuestas cinematográficas más radicales en su lenguaje, pero con una emoción muy fácil de conectar». Y cita a José Luis Guerín, Marc Recha y Javier Rebollo entré los directores que van por el mismo camino.

«Hay que contar lo que ocurre en este momento en nuestra civilización. Poner el talento al servicio de los problemas de nuestro tiempo. En España se hacen muy buenas óperas primas, no hay que desaprovechar el talento, por eso es importante tener buenos referentes». Muy supersticioso, el director no da pistas sobre su tercer filme que, previsiblemente, filmará este mismo año «porque va muy adelantado». Para demostrar que lo de supersticioso no es una pose, Rosales confiesa que fue a la gala «lleno de amuletos»: se puso en la camisa la botonadura que le regaló un amigo suyo el día de su boda porque siempre le da suerte. «Y eso que mi médico acupuntor me dijo que lo iba a ganar todo ».

La educación es uno de los temas que más le preocupan, «porque estamos hablando de los individuos que queremos para el futuro». «Me gustaría que fueran ciudadanos pensantes, independientes y que participaran de la cultura. Pero si en el colegio dan más importancia a la clase de gimnasia que a ver películas o visitar museos, cuando los chavales crezcan pasarán más tiempo viendo fútbol en televisión que leyendo una novela, lo que se traducirá en un empobrecimiento de la sociedad».

Rosales va a más al pedir a los padres que lleven a sus hijos al cine a ver cintas interesantes, como Ladrón de bicicletas. Y él, que creció con Tarzán en blanco y negro, tiene claro que a sus hijas las enseñaría las cintas antiguas de Walt Disney, «pero no Shrek, un producto que no entienden los chavales». «Los productos sensibles estimulan la inteligencia y los zafios la hacen estúpida».

Medio millón menos

Alrededor de 2,7 millones de espectadores siguieron en directo, a través de La Primera de TVE, la gala de los Goya. Una cuota de pantalla del 18,1%, la mitad que Aída, en Tele 5, y menos que la película de Antena 3. La ceremonia perdió medio millón de espectadores respecto al año pasado.

Uno de los momentos estelares fue la concesión del Goya de Honor a Alfredo Landa. Iba a ser su gran noche y lo fue, pero le fallaron los nervios. Se quedó sin palabras al subir al escenario y muchos asistentes creyeron que el veterano actor había sufrido algún tipo de shock. Afortunadamente, todo quedó en un susto. Landa se recuperó y, fuera ya de los focos, pidió disculpas por su bloqueo emocional.

Quería agradecer a la profesión, «que ha sido lo que más aprecio», el Goya. Pero no le salieron las palabras. «No sé lo que me pasa. Por dentro siento algo, pero no lo puedo expresar», balbuceó.