Un hombre llama por teléfono ante carteles del candidato radical. / AP
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El duelo entre Tadic y Nokolic se plantea en Serbia como una elección entre Europa y el pasado

El encuentro presidencial se convierte hoy en un referéndum entre el camino a la UE y el regreso del fantasma de los 90

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Muchos serbios se despertaron ayer con una llamada sorprendente: «Hola soy Boris Tadic, te recuerdo que mañana tienes que votar, tu futuro depende de ti». Era la voz grabada del presidente de Serbia, proeuropeo y líder del Partido Demócrata, que moviliza uno por uno a los 6,7 millones de ciudadanos del censo electoral. Tadic necesita todos los votos que pueda conseguir para derrotar en las elecciones presidenciales de hoy a Tomislav Nikolic, líder ultranacionalista del Partido Radical, un duelo que se presenta como un choque crucial entre las dos Serbias.

Milosevic

Una, la de Tadic, reformista, europeísta, nacida de la entusiasta corriente demócrata que derribó a Milosevic en 2000 y que quiere dejar atrás el pasado. Otra, nacionalista, conservadora, filorrusa, que anida en los oscuros años noventa, que nunca ha terminado de irse y aún apela a instintos ancestrales. Pero fue esta última la que venció en la primera vuelta, hace dos semanas. Nikolic sacó a Tadic cuatro puntos, con un 39,9% de los votos. Para remontar, el actual presidente debe salvar la distancia de 180.000 papeletas del primer turno, pero eso es sólo el principio. La mayoría del resto de partidos, descartados en esta segunda vuelta, han dado su apoyo a Nikolic. Incluido el actual primer ministro, Vojislav Kostunica, de la misma corriente demócrata que Tadic e incluso aliado suyo ahora mismo en el Gobierno. La razón de que todos den la espalda a Tadic es Kosovo, la provincia de mayoría albanesa administrada por la ONU desde 1999. Tadic llama a las puertas de la UE, donde el precio implícito es asumir la pérdida de Kosovo, que en breve declarará su independencia. Esto no quiere decir que el líder del Partido Demócrata renuncie al territorio, pero gran parte del pueblo y los partidos lo entiende así. «Los serbios lo ven como un chantaje, no ven diferencia entre el comportamiento de la UE ahora y cuando estaba Milosevic», explica Nenad Vasic, analista del Instituto de Política y Economía Internacional de Belgrado. Asesor de los dos primeros Gobiernos demócratas serbios tras la caída de Milosevic, el de Kostunica y el de Djinjic, asesinado en 2003, Vasic opina que la UE se está comportando de forma ambigua:

«Fue un error aplazar la semana pasada la firma del acuerdo previo de adhesión de Serbia a la UE, y nadie ha visto el preacuerdo que se ha dado a cambio y se firmará el día 7. No ofrecen nada tangible, sólo agilizar los visados. Todo esto perjudica a Tadic. En realidad, sospecho que a la UE le conviene más que gane Nikolic. Así lo de Kosovo resultará más fácil». Es un punto de vista peculiar, poco habitual, pero cualquiera sabe. La UE ha dicho que espera a Serbia «con las puertas abiertas», gane quien gane. Una Serbia dirigida por el malo de estas elecciones dejaría al país más aislado internacionalmente. De momento, llevaría casi seguro a unas elecciones políticas anticipadas. Si vence, quizá Nikolic no sea tan terrible y se vuelva práctico. La diplomacia europea ya mantiene contactos por si acaso con el Partido Radical. Pero es demasiado primitivo. Asegura que también quiere a Serbia en la UE, pero hace un año planteó nada menos que un «superestado» aliado con Rusia y Bielorrusia. Hay una Serbia dolida y resentida con Europa, que piensa que ya ha pagado suficiente castigo. Que ve cómo Rumanía y Bulgaria, a quienes siempre miraron por encima del hombro, ya han entrado en la UE.

Mientras, ellos sólo pueden viajar con visado, pidiéndolo con dos o tres meses de antelación y una carta de invitación de un conocido en la que declare hasta sus ingresos. El problema es que sólo hay un paso al tradicional victimismo paranoico y el orgullo exacerbado.