ZARAGOZA. Zapatero, quiso ser prudente en relación a la polémica en el acto electoral celebrado ayer. / REUTERS
ESPAÑA

El Gobierno comunica al Vaticano su perplejidad por la postura de los obispos

Rodríguez Zapatero afirma que existe un contrato entre el Partido Popular y el sector más radical de la jerarquía eclesiástica

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El Gobierno transmitió al Vaticano su «sorpresa y perplejidad» por el comunicado con recomendaciones electorales de la Conferencia Episcopal a los católicos. El ministro de Asuntos Exteriores explicó que se puso en contacto con el embajador ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, quien, a su vez, se puso en contacto con el sustituto del secretario de Estado, arzobispo Fernando Filoni, al que trasladó el malestar del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

La polémica entre la jerarquía católica y el Ejecutivo amenaza con convertirse en una crisis con todas las la de la ley. Miguel Ángel Moratinos señaló desde Córdoba que dio instrucciones al embajador ante el Vaticano para que transmitiera «el sentimiento de perplejidad y sorpresa» por el documento de los obispos españoles. Precisó que no se trataba de una queja oficial ya que el Gobierno pretende «mantener el mejor nivel de la relación con la Santa Sede, pero no entendemos esta postura» y así lo ha transmitido Vázquez a Filoni.

Fuentes diplomáticas precisaron que el embajador comunicó «el malestar del Gobierno por algunos aspectos concretos del comunicado de los obispos». Estas mismas fuentes señalaron que no fue una nota verbal de protesta sino más bien una gestión oficiosa ya que para que fuera una queja diplomática en condiciones se debería haber planteado ante el secretario de Relaciones con los Estados, arzobispo Dominique Manberti.

Complicidad

El presidente del Gobierno, entretanto, se mostró convencido en una entrevista que publica el diario 20 minutos de que el PP y «el sector más duro y radical» de los obispos tienen un contrato que está en el origen del llamamiento de la Conferencia Episcopal a los católicos para que no voten al PSOE por dialogar con ETA y elaborar leyes contrarias a la fe.

José Luis Rodríguez Zapatero rechazó, sin embargo, que vaya a tomar medidas contra la Iglesia ni que vaya a revisar los acuerdos con El Vaticano.

El jefe del Ejecutivo señaló que la, a su juicio, connivencia de un sector de los prelados con los populares se puso de manifiesto cuando los primeros «nos atacan y secundan manifestaciones» antigubernamentales, mientras los segundos anuncian que, si gobiernan, retirarán la asignatura de Educación para la Ciudadanía y cambiarán la ley que autoriza los matrimonios homosexuales. Por tanto, concluyó, es «evidente» que esa complicidad existe.

Rodríguez Zapatero indicó que está seguro de que «muchos católicos» quisieran tener unos obispos «más sensibles ante los problemas de miseria en el mundo» en vez de pedir que no se vote a los socialistas. El presidente del Gobierno cree, no obstante, que el llamamiento electoral de la Conferencia Episcopal no va a tener mucho eco entre los votantes porque «los españoles se sienten muy libres y no admiten imposiciones de nadie», algo que los obispos «deberían haber descubierto hace tiempo».

Pero el calor de la polémica no va a conducir al Ejecutivo a tomar medidas contra la Iglesia, al margen de comunicar a la Santa Sede la sorpresa por la actitud de los prelados.

Rodríguez Zapatero manifestó que no se plantea «decir hasta aquí hemos llegado» o reducir la financiación de la Iglesia. Sería, agregó, una reacción impropia en la que «no me reconocería a mí mismo»; esa respuesta sería, más bien, la propia de «un modelo de ser» alejado de su «voluntad de diálogo y de tolerancia».

Descartó, por tanto, una revisión de los acuerdos con el Vaticano o imponer restricciones económicas a la Iglesia en España ya que su «obligación» como presidente del Gobierno es «gobernar para todos», incluso para quienes «hacen campañas como las que están haciendo los obispos».

Prudencia

El jefe del Ejecutivo transformó las críticas expuestas en la entrevista en prudencia y silencio en su intervención en la clausura de la conferencia municipal del PSOE en Zaragoza. Evitó el titular de enfrentamiento con la Iglesia y, en su intervención ante los alcaldes y concejales de su partido se abstuvo de hacer la más mínima referencia a la carta de los obispos. Ni siquiera, en un momento del acto, cuando al hablar de la necesidad de que aquellos que están en posiciones «más cerradas, más conservadoras y más excluyentes» cambien, y un asistente gritó «¿la Iglesia!», cayó en la tentación de entrar al trapo. «Me estaba refiriendo al PP», atajó con una sonrisa.

El mismo tono templado del presidente del Gobierno lo utilizó la vicepresidenta primera en Oviedo. María Teresa Fernández de la Vega confesó que existen «discrepancias» con la jerarquía católica, pero estas diferencias no van a modificar «el respeto y la colaboración» que mantiene con la Iglesia. Eso sí, reclamó que ese respeto del Ejecutivo sea recíproco por parte de los obispos.

La munición gruesa quedó para el PSOE. Así el grupo de cristianos socialistas mostró en un comunicado su «profundo malestar» por «la pertinaz voluntad de enfrentamiento con el PSOE de algunos obispos».

El sector de los socialistas cristianos consideraron «injustificada» la descalificación de la actuación del Gobierno plasmada en el escrito de la Conferencia Episcopal, si bien admitieron que es coherente con la conducta «imprudente e impropia» de ciertos prelados a lo largo de la legislatura. Recordaron asimismo que el Concilio Vaticano II estableció «la autonomía» de lo político de lo religioso y en este marco, considera que las alusiones al terrorismo van «más allá del papel que compete a los obispos».