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Con los pies en el fango

El Xerez hace un fútbol muy plano ante un flojo Albacete que tampoco mereció la victoria Los azulinos se vuelven a topar con la dura realidad y hoy podrían perder un puesto en la tabla

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¿Quién dijo que iba a ser fácil? ¿Quién dijo que ya estaba todo hecho? ¿Quién se ha puesto a hacer cuentas con sólo dos victorias? Tras la euforia por los épicos triunfos ante el Elche y el Hércules, el Xerez volvió a la realidad en Albacete, nuevamente puso los pies en la tierra. Sin hacer más que los azulinos, sin realizar un encuentro brillante, los de Quique Hernández bajaron de las nubes a los xerecistas para recordarles cual es la realidad. Y esa no es otra que la que dice que el Deportivo podría bajar otra vez a la penúltima plaza de la clasificación, dependiendo de los resultados que se den a lo largo de la jornada de hoy. No volverá al farolillo rojo, únicamente, porque el Racing de Ferrol y el Poli Ejido se enfrentan entre ellos.

Y es que el Xerez en el Carlos Belmonte no hizo demasiado para traerse la victoria. Si escoció la derrota es porque el Albacete no hizo mucho más que el conjunto jerezano. Tuvo una ocasión y la materializó. En medio de tinieblas y ceguera futbolera, de pronto saltó un chispazo que permitió a los manchegos trenzar prácticamente su única jugada con criterio y superar a la defensa azulina. Tras ella, regreso a la penumbra para tratar de guardar su tesoro. Lo penoso es que el Xerez contribuyó a la ausencia de fútbol. Los nervios, el temor, la incapacidad o la falta de moral -que supuestamente se había superado- impidieron que los de Casuco estrenaran su casillero goleador. Unos días tantos, y otros tan poco.

Flojo arranque

Los inicios de partido a medio gas se están convirtiendo en algo habitual para los azulinos. Esta vez no vieron perforada su portería a las primeras de cambio, pero tuvieron que corretear tras el balón durante muchos minutos. Durante los diez primeros, prácticamente no olieron una bola que circulaba trastabillada entre los de blanco. Y es que los primeros cuarenta y cinco minutos al completo fueron realmente malos, de muy poco fútbol, de escasas ocasiones de peligro e incluso carentes de emoción.

El ritmo de partido era lento y a pesar de que los xerecistas tenían muy poco el balón en sus pies, el Deportivo no salía de la cueva. Mientras los albaceteños tapaban los espacios desde los primeros metros de campo, los de Casuco esperaban en las inmediaciones del círculo central. Ni Yordi ni Míchel salían mucho más allá de la circunferencia central, por lo que la presión azulina nacía tarde. A cambio, la maraña azulina se mostraba espesa y difícil de superar.

Con el equipo más preocupado de defender que de atacar, el bagaje de lanzamientos a puerta no podía más que ser negativo en la primera parte: ningún disparo entre los tres palos, y sólo tres ligeros acercamientos a la portería que defendía Jonathan. El primero de ellos casi en el minuto quince, cuando los azulinos acertaron a recoger el cuero y llegar a línea de fondo mediante Carlos Calvo. El centro del madrileño fue fácilmente despejado por la defensa blanca.

La segunda llegada sí tuvo algo más de riesgo real para la meta albaceteña. Un buen centro de Pedro Ríos fue rematado de cabeza alto por Yordi, que entraba fuerte desde atrás.

Antes de que llegara la pseudo ocasión de Míchel en el descuento, el equipo de Quique Hernández logró adelantarse en el marcador gracias a la única jugada con criterio de los primeros cuarenta y cinco minutos. El tanto nace del acierto del Albacete, más que el desacierto de los azulinos, ya que un pequeño descuido en la zona ancha va generando errores en cadena que terminan con el esférico en el fondo de la portería de Porato: pase en profundidad por la banda derecha, cede atrás desde la línea de fondo y aparece en el pico del área chica Alustiza para convertirse en el nuevo ídolo del Alba. El argentino lograba marcar en su debut en el Carlos Belmonte. Entre tanto despropósito, tres pases en condiciones se convirtieron en un maravilloso gol.

Desatados

Del vestuario salió otro Xerez, pues el que comenzó la segunda parte fue un equipo más incisivo. La urgencia del marcador quitó los nudos defensivos y se vio a un Deportivo más alegre en ataque, descuidando algo la presión, pero con más llegada al área del Albacete. De hecho, Pedro Ríos, muy activo por la derecha, provocó una falta lateral ejecutada por Viqueira y rematada ligeramente alta por Héctor Verdés.

En la segunda parte, el gallego ya sólo estaba para lanzar las jugadas a balón parado, y Casuco decidió retirarlo a los diez minutos para dar entrada a Jorge Luque -un buen libre directo y poco más-. Al cordobés le acompañó muy pocos minutos después Antoñito, que saltó al campo para sustituir a un inédito Yordi. Al isleño le tocó la peor cara de un partido feo. Tuvo que luchar muchísimo de espaldas a la portería, apenas le llegaron balones y se pasó mucho más tiempo corriendo sin el cuero, que con el balón controlado. Momo fue el verdadero revulsivo del banquillo. El canario no ha perdido ni chispa ni velocidad. Sólo se ha dejado la titularidad por el camino, pero cuando está en el rectángulo de juego es una constante fuente de peligro. De sus botas partieron las mejores ocasiones de los xerecistas en el tramo final. De hecho, ya en el descuento, Momo le puso un magnifico centro a Míchel, que el enorme delantero a punto estuvo de colar entre los tres palos. Su remate cruzó la línea lamiendo el poste y ahí se confirmó la derrota del Deportivo. Fracaso que no supo demasiado mal, pues aún se mantiene la euforia de las últimas victorias, pero que en el fondo es un duro palo ya que no sólo rompe la magnífica dinámica en la que parecía haber entrado el equipo, sino que se cae ante un rival directo y se da una importante zancada hacia atrás. Para colmo, la semana que viene llega uno de los gallitos a Chapín.