ENCOMIENDA. Marini escucha con atención a Napolitano poco después de que le encargara intentar formar Gobierno. / REUTERS
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Napolitano frena las pretensiones de Berlusconi y descarta nuevos comicios

El presidente italiano encarga al líder del Senado, Franco Marini, formar un Gobierno que modifique la ley electoral

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El presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, optó ayer por la prudencia. Pese a las presiones del líder del centroderecha, Silvio Berlusconi, para que convocara elecciones anticipadas, el jefe del Estado considera que el país transalpino no está para soluciones tan drásticas y decidió encomendar al presidente del Senado, Franco Marini, el difícil encargo de examinar si existe la posibilidad de formar un Gobierno que modifique la ley electoral.

Después de cuatro días de consultas tras la caída del Ejecutivo Prodi, el democristiano Marini, de 75 años, cuya credibilidad ha crecido considerablemente en los veinte meses que ha estado al frente de la Cámara alta, se enfrenta a una tarea ardua dada la gran complejidad política italiana y los sonoros fracasos habidos para lograr un gobierno estable.

«Mi decisión no es en modo alguno ni ritual ni dilatoria», señaló Napolitano. «No se puede llegar a la necesaria estabilidad política sin las reformas», añadió el presidente. En concreto, Marini deberá «verificar las posibilidades de consenso sobre una reforma de la ley electoral» a través de «un Gobierno funcional finalizado a la aprobación de dicha reforma y a la asunción de las decisiones más urgentes», según expresó el secretario general del Palacio de Quirinale, Donato Marra.

Una bofetada a Berlusconi

La decisión de Napolitano recoge el sentir no sólo del centroizquierda, sino del mundo empresarial y otros representantes sociales que en estos días se han manifestado partidarios de las reformas. Sin embargo, supone una verdadera bofetada para Silvio Berlusconi, que había solicitado la convocatoria inmediata de comicios, convencido de su triunfo a tenor de lo que vaticinan las encuestas. Pero Napolitano no se ha plegado a las pretensiones de Il Cavaliere, Forza Italia, Alianza Nacional, Liga Norte, y la Unión de Demócratas Cristianos, aunque esta última con algunas reticencias.Y es que Berlusconi no quiere perder tiempo en que se lleve a cabo el referéndum para reformar la ley electoral, que beneficiaría a la izquierda, al no estar a expensas de las formaciones diminutas como Udeur, que ha acabado con el Gobierno Prodi. No hay que olvidar que la Unión es una coalición formada por catorce partidos con un arco de colores que va desde los democristianos a los comunistas, pasando por verdes, socialistas y y liberales, a los que sólo unía el objetivo de echar a Berlusconi del poder.

Por eso, el magnate de los medios audiovisuales cerró las puertas al diálogo nada más conocer la decisión de Napolitano. «Diremos a Marini que no estamos de acuerdo en el hecho de que haya necesidad de cambiar la ley electoral o de perder tiempo en un nuevo gobierno que tendría una mayoría en el Senado con uno o dos senadores», dijo el ex primer ministro. Y eso que su portavoz, Paolo Bonaiuti, reconocía, antes de conocerse la decisión del jefe del Estado, que Marini «es la persona más indicada para negociar».

En cambio, Walter Veltroni, líder del Partido Demócrata, columna vertebral de la coalición que mantenía a Prodi como primer ministro, se expresó ya a favor de la negociación. «Sé bien que no se trata de un compromiso simple, sino gravoso» y que los ciudadanos están aguardando con «fuerte atención» la modificación de la ley electoral, manifestó por su parte el propio Marini. Por esta razón, se comprometió a desempeñar este encargo «seriamente» y en el «menor tiempo posible», además de comprometerse a trabajar con «toda» su «determinación» para llevarlo a cabo.

Pero quizás la clave la dio el diario La Repubblica con un artículo titulado: «Marini llamado a intentar una empresa imposible». El tiempo lo dirá.