ENTRE AMIGOS. Más de cincuenta cadistas se citaron en Carranza para despedir a Armando con aplausos.
Cádiz C.F.

Lágrimas para decir hasta luego

Armando Ribeiro se despide de la afición y no se cierra las puertas a un futuro reencuentro con el cadismo

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Hasta luego, campeón». Con este grito despide la afición cadista a uno de sus ídolos, Armando Ribeiro, tras una década de idilio permanente. El guardameta, una vez firmado su acuerdo con el Athletic, ofreció ayer una rueda de prensa de despedida en la que estuvo arropado por muchos amigos (más de medio centenar) y que sirvió como altavoz para dar su último adiós.

Con lágrimas en los ojos desde el primer minuto hasta el último, y con momentos en los que no pudo hablar de la emoción, el vasco pone punto y final a su etapa como jugador del Cádiz. Pero la historia puede seguir escribiéndose en próximos capítulos. «Aquí estará siempre tu casa», le asegura el presidente cadista.

«Lo agradezco, y no me quiero cerrar las puertas. Tengo el segundo nivel de entrenador y me gusta estar con los chavales, porque creo que nunca llegaré a ser técnico profesional», apunta Armando, quien no descarta un futuro de amarillo.

El portero declara que lleva «tres días pasándolo muy mal, pues pensé que el momento de mi despedida nunca iba a llegar. Doy las gracias a mis compañeros, al club, a la afición, y a todos los que me han hecho sentir como en casa a 1.000 kilómetros de mi tierra».

«Me voy sin rencor. He aceptado la crítica, utilizándola de forma constructiva para mejorar. Vine con 27 años hecho un crío y me voy como una persona madura».

El arquero cree que esta oportunidad «es un premio porque no he tenido una carrera fácil. Los 37 años no me pesan, estoy orgulloso de ellos, y ahora me siento más maduro en el plano deportivo y personal». Espera «dejar el pabellón bastante alto», y adelanta que llevará en los guantes los colores amarillo y azul del Cádiz.

El presidente cadista agradeció a Armando su participación decisiva en las negociaciones para la compra del Cádiz en 2001. «Tuviste mucha culpa de que el club no desapareciera», le decía un directivo. «Ha sido un pilar importantísimo en los dos ascensos. Mi deseo de que se retirase en el Cádiz no se ha cumplido, pero seríamos inhumanos si no le dejásemos marchar. Espero que sea un hasta luego», finalizaba Muñoz, que le entregó en nombre del Consejo la insignia de oro y brillantes del club.