Jerez

¿Qué le echarán ahora al pan?

CALLE PORVERA Llegué a la redacción dispuesta a escribir de cosas sesudas, de lo difícil que es llegar a fin de mes, de las promesas electorales incumplidas, de la aprobación inicial del PGOU o de las ventas del vino de Jerez. Pero un runrún de conversaciones empezó a rodearme y en cuanto pude pegar la oreja dejé de teclear y caí en la cuenta: de lo que todo el mundo hablaba ayer era del fin de una era televisiva, la de Aquí hay tomate.

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Ha llegado el momento de rasgarse las vestiduras, de la revancha, de que todos digamos lo deplorable que era su estilo y nos alegremos del adiós de un programa que durante cinco años pervirtió de una manera escandalosa la información del corazón y que llegó hacer de la invención un género periodístico. Las conclusiones ayer eran unánimes: menos mal que se ha acabado el echarle tomate al pan durante la sobremesa.

Pero tanta virulencia, tanto interés general en este tema, tantos teletipos que llegaron analizando la cuestión, me abrieron los ojos y me obligaron a admitir lo que es obvio: todos hemos sido alguna vez cómplices de Jorge Javier y su compañera -aunque ahora me dirán que nadie lo ha visto alguna vez-, y si les ha llegado la hora no es porque hayan colmado el límite de la paciencia de nadie ni porque hubieran traspasado los límites de la ética, sino porque finalmente la audiencia les había dado la espalda.

Además, su marcha me provoca interrogantes aún más inquietantes: ¿qué programa les sustituirá? ¿No será peor el remedio que la enfermedad? ¿Acabaremos viendo la enésima telenovela o un nuevo reality? Y lo más importante, ¿de qué hablarán a partir de ahora en Sé lo que hicisteis...?