EL COMENTARIO

El PP y su lista de Madrid

Si fuera por orden alfabético, las listas electorales serían muy fáciles de confeccionar, pero como reflejan el resultado de un juego de influencia, el que gana siempre es quien más influencia tiene o aquél a quien apoya un influyente superior.

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La lista del PP por Madrid tardó en ser autorizada por la superioridad de Génova 13, donde se reunió ayer por la mañana el Comité Electoral de la comunidad para elaborar y ofrecer su propuesta.

La propuesta del Comité Electoral madrileño habría producido sorpresas y sinsabores en medios del partido, y no por lo nombres que están sino por los nombres que o no están o se han visto instalados en lugares de poco relumbre. Sale ganando, como era de esperar, un valor fijo de la cúpula aznarista del PP, Eduardo Zaplana, a quien Francisco Camps había desterrado de Valencia.

Y sorprende la recuperación de Ana Mato, figura ascendente durante la segunda legislatura de Aznar, pero apagada en la que ahora termina.

Otra figura de progresiva influencia interna en el PP, Soraya Sáez de Santamaría, ocupa el quinto puesto, del que los taurinos dicen que nunca es malo, y antecede a Cristóbal Montoro, a Gabriel Elorriaga y a Arias Cañete, valores fijos en el PP, aunque no necesitados de deferencias especiales. Tampoco sorprende que dos eficaces dirigentes de la burocracia política del partido, Juan Carlos Vera y Carlos Aragonés, conserven posiciones con o sin recomendación de Aznar.

Ha cuidado muchísimo el PP durante la legislatura de que nada se moviera en el partido, ni siquiera el propio Rajoy, que ha actuado en todo momento sin salirse del círculo que le habían señalado, y que se le señalaba constantemente, por lo que la influencia externa de Aznar ni aumentó ni disminuyó en estos cuatro años, ni el organigrama del partido sufrió el menor cambio, ni se permitió a ningún militante que apuntase la menor crítica interna ni, mucho menos, que intentara trepar por los despachos para ofrecerse para cualquier servicio. El único que se ofreció nada más ganar por mayoría absoluta y por segunda vez la alcaldía de Madrid fue Alberto Ruiz-Gallardón, hombre culto y disciplinado, pero ya con ganas de ocupar, como el aire, el espacio de cualquier vacío. Y ya se ha visto como ha terminado su ofrecimiento, planteado como ayuda a Rajoy y no como sustitución de éste, lo que envuelve una cierta elegancia.

Pero todo esto son matices más bien intrascendentes del juego interno de influencias, porque lo importante, lo que se aprecia ya por la ortodoxia doctrinal del Partido Popular como el póster futuro del partido es la figura enjuta de Manuel Pizarro, al que Rajoy presenta como contrafigura de Solbes, mientras desde el PSOE empieza a cuestionarse hasta el valor empresarial, quién lo diría, de la esperanza popular con vistas al 9-M.