Editorial

Aproximación estratégica

La visita del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogán a España como impulsor de la Cumbre anual de la Alianza de Civilizaciones se ha convertido en la oportunidad de poner en valor unas relaciones diplomáticas bilaterales excelentes y el creciente intercambio comercial con un país estratégico que engarza Oriente y Occidente. Aunque la inercia inversora y comercial española recompensa de forma prioritaria los lazos culturales e históricos con Latinoamérica, el continuo desarrollo de un país como Turquía con 71 millones de habitantes, ha logrado atraer algunas empresas españolas que se benefician de la fluidez de relaciones políticas Madrid-Ankara consolidadas por el Ejecutivo de Aznar y continuadas por Rodríguez Zapatero.

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Los gobiernos conservadores y socialistas españoles han defendido con firmeza la siempre aplazada integración de Turquía en la Unión Europea frente a la actitud dubitativa, cuando no francamente contraria de Francia o Alemania, atendiendo no sólo a razones económicas sino también a consideraciones de coherencia en la construcción europea. Pero España debería jugar, con mayor energía y despliegue de medios diplomáticos, el papel de intermediario y catalizador ante los países que mantienen aún prejuicios frente a la incorporación de Turquía a la Unión. Porque la incorporación de un país que combina un régimen político laico con una sociedad cultural y religiosamente islámica constituiría una escenificación impagable de las virtudes de la alianza en un mismo objetivo de civilizaciones dispares.

Turquía ha acreditado a lo largo de los años que su decidida voluntad de combatir el terrorismo y su pertenencia a la OTAN es una muestra concluyente de su alineamiento con la defensa de la democracia, pero al tiempo disfruta de una exclusiva interlocución con los regímenes islámicos que enriquecería considerablemente la capacidad de maniobra de la acción exterior europea. El eje Madrid-Ankara, que estos días está reforzando sus lazos, es una empresa muy propicia para España que en el terreno económico puede combinar intereses complementarios con un país en pleno proceso de modernización para su adaptación al mercado europeo y reforzar lazos en un enclave geopolítico donde podría aplicar su acción diplomática y recuperar un protagonismo exterior que ha eludido en exceso en los últimos años.