PROTAGONISTA. Enrique fue el mejor de los amarillos y lo intentó con esta gran volea, pero no tuvo suerte de cara al gol. / ÓSCAR CHAMORRO
Cádiz C.F.

Resaca navideña

El Cádiz llega trece segundos tarde al partido contra el Málaga, los justos para que un gol de Baha propicie la primera derrota del año Los amarillos, liderados por Enrique, no logran empatar pese a su insistencia y acaban cediendo pese a terminar con uno más

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El 27 de diciembre, los futbolistas del Málaga ya se encontraban en casita listos para acudir al día siguiente a una mini concentración en Estepona. El Cádiz dos días después. Muñiz programó dobles sesiones, y el brasileño Welington nisiquiera viajó a su país porque no había tiempo. Aquí, un entrenamiento diario y los argentinos con cinco días más de permiso y llegando tarde. Y eso fue lo que pasó. Los futbolistas amarillos llegaron tarde al partido.

Trece segundos nada más, pero suficientes para perder uno de los últimos vagones que conducen a Primera. Los que visten la histórica zamarra gaditana saltarían al campo con una reprobable y demencial falta de intensidad, que cuestan tres puntos ante un rival que sólo resultaría superior en ese cortísimo espacio de tiempo. Ese magnífico gol de Baha, producto de la prolongación de Salva y la asistencia de Calleja, sería definitivo.

Imperdonable

Dar este tipo de concesiones al cuadro más regular de la categoría es imperdonable. Por fortuna, el Cádiz de Calderón no se arruga fácilmente, y desde el golpetazo busca con ahínco la meta rival. Los aires extremeños han sentado de maravilla a Enrique, que conecta de maravilla con Cristian en una banda derecha soberbia. Lástima que sus compañeros no hagan eso, acompañar. Nano es el terror de las palomas que descansan en fondo norte, Dani tiene un muelle en su pie y el balón rebota hacia cualquier parte menos la deseada, y el doble pivote Bezares-Fleurquin pierde todo su sentido con desventaja en el marcador.

Aún así, garra no falta, de momento y mientras haya algo en juego. El equipo gaditano se lanza a por el empate. Cristian envía un centro pero los demás le hacen un vacío y nadie acude a la cita. Fleurquin dispara arriba y Bezares al lateral de la red. Pero el Málaga al contragolpe asusta, da miedo.

Polémica en las dos áreas

En un saque de banda, Fleurquin derriba a Salva, Hidalgo marca y el colegiado decreta ¿¿¿falta del delantero!!! Espectacular. Pero eso duele, porque a partir de esa pifia, el árbitro sólo perjudica al Cádiz, birlándole un claro penalti a Bezares y alguna que otra acción peligrosa con inexistentes fueras de juego.

Los niños de Calderón aprietan pero el punto de mira se ha desviado en estas vacaciones. Enfrente, el marroquí Baha no sólo habla en los medios sino también en la grada, y pone en vilo con sus cabalgadas a los centrales y a Contreras, muy seguro durante todo el choque.

Y el final del primer tiempo depara un protagonista de excepción: Nano Macedo. El gallego no juega su peor partido, pero gota a gota ha colmado el vaso de la paciencia cadista. En dos acciones consecutivas, el zurdo manda a la grada con desgana. Incomprensible. Pero como se suele decir, la culpa es de quien lo pone.

Todos se van a la ducha y, obviamente, Nano se queda en ella. También Bezares. Entran Gustavo López y Casas, y el zurdo recuerda de nuevo que la culpa es de quien lo quita, en este caso. De todas formas, otra nueva pájara de los futbolistas, con la mente puesta en la cabalgata, está a punto de propiciar la sentencia boquerona a cargo de Calleja.

El Málaga recula y el Cádiz lo intenta pero se pierde en su mediocridad. O más bien en su descompensación, porque cuenta con dos bandas estupendas y un enorme socavón en el centro. Los visitantes manejan el centro del campo pero los locales llegan con más peligro gracias al carril de los SúperLópez. Enrique volea tras un gran centro de Gustavo pero Goitia salva con muchos apuros.

Los minutos caen como una losa. Las piernas de los cadistas notan el parón navideño, y la fortaleza física del Málaga se impone con contundencia. Pero Gámez da alas de nuevo a los de Carranza. La expulsión infantil del lateral imprime la fe necesaria para tirar hacia adelante. Con un fútbol arcaico, aquel que consiste en lanzar balones a la olla y con el central (Paz) de delantero tanque (sin aprovechar la superioridad numérica), llega la mejor oportunidad. Pero la testa de Fleurquin tiene la misma puntería que sus pies, y la bola se marcha al cielo.

Una derrota para empezar el año, de aquellas que ya parecían olvidadas. Pero la realidad no se esconde. Todos los factores que se alinearon en las últimas jornadas se aliaron ayer para hacer la puñeta al aficionado amarillo. Y traer un saquito de carbón. No será dulce. Hoy los números meterán de nuevo al Cádiz más cerca del grupo de cola. Es la triste situación del cadista. Precisamente, el que mejor se ha portado este último curso funesto.