IMPOTENCIA. Abraham Paz subió a la desesperada en los últimos minutos sin éxito alguno.
EL SEGUIMIENTO

Abraham Paz perdió la batalla decisiva

El central portuense se vio superado por Salva en la pugna aérea que dilucidaron ambos previa al único tanto del partido, el que propició que los tres puntos viajaran rumbo a Málaga

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Hay momentos en cada partido que resultan a la postre vitales. Da lo mismo cuándo ocurran. Pueden ser al final de los mismos, cuando el rival te aprieta en busca de la victoria; al filo del descanso, cuando tu oponente está pensando ya en las instrucciones que le va a dar su técnico; o al principio del mismo, como precisamente ocurrió en el duelo de ayer entre el Cádiz y el Málaga. A la defensa del conjunto amarillo en general, y a Abraham Paz en particular, le sentaron bastante mal las vacaciones de Navidad, ya que no habían pasado diez segundos cuando perdió la gran batalla del partido.

Todo el mundo sabía cómo jugaba el Málaga. Su estilo directo en busca de las prolongaciones de Salva, uno de los mejores tanques de la categoría, y la necesidad imperiosa de estar encima de él cada vez que el balón merodeara el área de Contreras. Pues no. La primera en la frente. Estaba todavía el respetable acomodándose en sus asientos después de ver la cabalgata de los Reyes Magos, cuando al central portuense se le ocurrió hacerle el primer regalo a los malaguistas. Su descuido facilitó la labor a Salva, que le dejó pequeño en el salto y habilitó a Calleja para que éste a su vez sirviera el pase definitivo a Baha, que batio a Contreras. Pim, pam, pum...y fuera.

Todo el partido contra marcador, obligados a realizar un fútbol de muchos kilates para remontar al equipo más regular de la División de Plata, con la presión añadida de ver cómo pasan los minutos sin ningún efecto.

A partir de esa acción, el choque cambió. Abraham Paz tuvo menos trabajo que de costumbre, ya que el peso del partido lo llevó el cuadro de Antonio Calderón y las contras del Málaga eran más bien fuegos de artificio por parte de un bloque sólido capaz de dosificarse que intentonas reales para apuntalar un partido que tenían controlado.

Circulación de balón junto a César Caneda, algún que otro desplazamiento en largo, y el arreón final a partir del minuto 80 en el que Paz se metió entre los centrales rivales en busca de la heróica. Sin embargo, en esa faceta desconocida, terminó siendo más un estorbo para los delanteros natos como Dani y Casas que una ayuda. En dos ocasiones que el esférico revoloteó por sus alrededores terminó precipitándose y cometiendo falta en ataque. Era el final del cuento. Porque a Paz, como al resto de jugadores, los Reyes le dejaron carbón.

dgutierrez@lavozdigital.es