DESTROZO. Esta mecha levantó la portezuela de la tubería. / J C. C.
Jerez

Los vecinos llevaban dos meses denunciando molestias por los petardos

La familia no descarta denunciar los hechos, aunque no ha tomado ninguna decisión al respecto

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Los vecinos de Los Albarizones aún no se han repuesto del susto que supuso para ellos la explosión de un cohete en la cara de la joven de 24 años Rocío Vázquez Márquez, que perdió un ojo a consecuencia del impacto y que permanece en estado grave en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Puerta del Mar en Cádiz. Un suceso que conmocionó a la barriada pero que, desgraciadamente, no ha cogido por sorpresa a sus habitantes. De hecho, y según ha confirmado la propia familia de la afectada, las denuncias en la zona relativas a molestias producidas por petardos han sido constantes en los dos últimos meses, aunque parecen no haber servido de gran cosa.

Y es que la preocupación del barrio ha ido en aumento, teniendo en cuenta que este año se han producido diversos accidentes relacionados con la utilización de material pirotécnico. Así lo relataba el propietario de un bar, cuya cocina quedaba seriamente dañada hace dos semanas por la explosión de un petardo que fue colocado en el extractor. Pocos días después la portezuela de una pocetilla saltaba por los aires por el mimo motivo y se impactaba nuevamente en la parte delantera del local.

«Aquí esto es muy habitual, venden petardos de forma ilegal que traen de Lebrija y los vecinos se quejan continuamente. Además, son algo más que simples petardos, porque para levantar una portezuela de hierro tú me dirás». Las vecinas que oyeron y algunas incluso presenciaron la explosión que produjo los daños a la joven, recuerdan con pavor el suceso. «Nosotras oímos el zambombazo e inmediatamente ella cayó al suelo. Escuchamos la explosión y aquello parecía una guerra». También coinciden en afirmar que Los Albarizones está minado de material pirotécnico, con unidades de grandes dimensiones que en ocasiones causan destrozos hasta a 100 metros de distancia, como en el caso delo que le sucedió a Rocío.

«El otro día una pandilla colgó una cuerda llena de petardos en una calle con coches y con niños jugando. Cuando lo explotaron el ruido era insoportable, y podía haber pasado otra desgracia». Los residentes también se quejan de la falta atención de la policía, que aseguran no ha hecho caso a sus llamadas de socorro. Esta desconfianza es compartida por la familia de la víctima, que aunque se plantea la posibilidad de denunciar el hecho aún no li ha llevado a cabo ante el temor de que "no sirva para nada"».

No obstante, los padres y hermanas de la joven se han marcado el firme propósito de conseguir que nadie más vuelva a cometer actos de este tipo en la barriada, comprometiéndose a denunciar a todo aquel que utilice cualquier clase de material pirotécnico que ponga en peligro la seguridad de los ciudadanos.

admontalvo@lavozdigital.es