MIRADAS AL ALMA

libros como bálsamo

Cuando me lo regalaron por primera vez, no supe valorarlo; de hecho, lo ojeé con el rabillo del ojo y lo dejé dormir en la estantería de mi habitación y que se envolviera de polvo y olvido. Pero pasaron los meses y una tarde de lluvia con el cielo grisáceo decidí rescatarlo de su letargo.

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Sus páginas se fueron deslizando por mis dedos y su mensaje esotérico me fue abordando cada vez con más ahínco. Me hice a él y, creo que por capricho del azar, él se hizo también a mí. Así, sin esfuerzo, me dejé atrapar por un sutil veneno, el cual me producía intriga y emoción.

Cuando volví a levantar la vista de sus blancas hojas, la lluvia había cesado y el cielo gris se había tornado en azabache. Habían pasado las horas según mi reloj y yo apenas creí parpadear. De aquella tarde hace ya largo tiempo, y aquel primer libro lo sigo conservando con cariño. Lo mágico del buen libro es creer que tú lo haces tuyo, cuando en realidad tú eres de él desde la primera página. Aquel primer libro se llamaba La Música Callada Del Toreo, de José Bergamín, y hoy me siento afortunado de haberlo recibido y de haberlo revivido en no sé cuantas ocasiones; pues cuando lo vuelvo a releer encuentro aspectos nuevos que antes no supe ver, lo cual me hace sentir que las palabras son a veces cárceles con túneles infinitos.Existen libros que parecen morir al terminarlos para dejarse revivir cuando los vuelves a abrir al tiempo, y es más bien uno el que muere románticamente y uno el que se revive al volver a sentir su aliento de letras y prosas, con su latir, con sus hojas que son lances en el tiempo, bálsamos contra las heridas de la vida.