ANÁLISIS. Sebastián González mira hacía atrás con la satisfacción del trabajo bien hecho, tanto en su etapa sindicalista como en la vecinal o política.
Jerez

La vida de un hombre que se comprometió con Jerez

Sebastián González está recibiendo estos meses el tributo por una trayectoria marcada por la militancia sindical y vecinal

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Jerez. Sábado a media mañana. Un hombre perfectamente trajeado, de pelo canoso y con ciertas dificultades al andar entra en un conocido restaurante de la ciudad. Allí le aguarda «su confesor», Manuel Montero, con quien hará un leve repaso de una vida llena de entrega a los demás y marcada por «una doctrina: el cristianismo; un sistema: el socialismo; y una opción: el sindicalismo». Él es Sebastián González y en su currículo consta haber sido el secretario general de la USO en Andalucía, ser uno de los fundadores de la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad, haber creado la coordinadora Renacer, capitanear el comité de empresa de las bodegas Domecq en plena crisis del sector, haber sido el primer candidato a la Alcaldía por Izquierda Unida en la ciudad y un trabajo concienzudo dentro de CC OO.

«En estos momentos me encuentro sumergido en la militancia del dolor. En ella intento aceptar mis limitaciones físicas como un proceso natural y afrontar el tiempo de vida que queda con alegría», asegura Sebastián con una sonrisa en su rostro. Y es que sus ojos no engañan, él es militante convencido desde que «tenía 20 años». «Decidí ser sindicalista porque me identificaba con la gente que más padecía la explotación, porque me sentía cercano a los trabajadores. Mi etapa sindical fue por la que más aposté porque empeñé mi salario, mi casa, mi puesto de trabajo y todo para que la sociedad jerezana viera que siendo una persona con pocos recursos sí se podía trabajar en un sindicato para cambiar las cosas».

De hecho, la etapa que más quebraderos de cabeza le dio a Sebastián fue aquella en la que se transformó en presidente del comité de empresa de las bodegas Domecq durante cuatro años. «Fue una etapa muy dura para todos, de hecho aún la ciudad no se ha recuperado de aquello. Vivimos tres expedientes de regulación de empleo donde unos 1.000 trabajadores nos fuimos a la calle. La negociación de esos expedientes fue durísima porque la empresa nos puso enfrente un gabinete de los más sanguinarios que podía haber. Los trabajadores de Domecq sufrieron mucho con estos expedientes porque se presentaban de forma cruel y engañosa, provocando que muchos, por falta de dinero o por miedo y desesperación, liquidaran su unión con la empresa. Se llegaron a extremos verdaderamente duros», sentencia.

Una crisis que muchos recuerdan con recelo ya que desde entonces la ciudad se centró en el sector turístico y abandonó su apuesta por la industria. Hoy hay más de 18.000 parados y la azucarera de Guadalcacín cerrará sus puertas en pocos meses, algo que para Sebastián es producto de «una ciudad acostumbrada a crecer en escaparates. Se han hecho transformaciones decorativas (parques, calles, monumentos ) que han generado un Jerez bonito pero en el terreno económico e industrial ni el Ayuntamiento ni los sindicatos ni los propios trabajadores supimos reivindicar el sitio en el que debería encontrarse la ciudad. Además, el no haber tenido conciencia de que el sector de la vid no era únicamente de las grandes familias sino algo institucional de Jerez ha tenido buena culpa de ello».

En cuanto a su etapa vecinal, Sebastián asegura que entró en ella «por mi barrio». De hecho, cuenta que su mujer y él formaron parte del colectivo vecinal de Vallesequillo porque «había que cambiar algunas cosas. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que la mayoría de las asociaciones que existían en la ciudad pedíamos lo mismo al Ayuntamiento. Pensamos que había que provocar una toma de concienciación colectiva y hacer una lucha conjunta. Hubo varios intentos porque a los políticos de esa época no les gustaba nada la idea de una Federación, ya que ésta podía ser un elemento muy importante de presión». Así que hubo que luchar mucho para crearla, hasta que en un encuentro, donde participaron durante tres días más de 100 representantes vecinales, decidieron crear Solidaridad. Esto ocurrió en 1987, hace ahora 20 años.

Ser presidente de la Federación tampoco fue nada fácil para Sebastián, ya que «con las primeras críticas que hicimos al Ayuntamiento se nos retiró la ayuda de un funcionario que servía como puente entre Consistorio y Solidaridad, además de costarnos la subvención municipal».

De la Solidaridad de hoy en día su primer presidente habla poco, sólo sostiene que su máximo responsable -por Santiago Casal- tiene «empuje». Aunque recalca que «la Federación está un poco apagada. Ha vivido una etapa muy dominada por los políticos y eso ha originado que, en momentos concretos, Solidaridad no haya tenido voz ni haya jugado el papel reivindicativo que debería. Además, falta gente joven en las asociaciones de vecinos que den aires nuevos».

Sebas, como lo llaman sus más allegados, también fue uno de los primeros concejales de IU en el Ayuntamiento jerezano. No obstante, esa etapa fue algo paradójica para él. «En aquella época IU ofrecía una ideología aceptable y muchos de los que entramos en el partido lo hicimos como independientes. El choque frontal que hubo con los antiguos militantes de Partido Comunista fue inevitable y eso generó tensiones que provocaron mi salida y la de otros tantos».

De la política actual insiste en que no le sorprende nada y apostilla que Pedro Pacheco «se ha buscado paso a paso lo que tiene ahora. Se llegó a creer que él tenía en sus manos toda la sabiduría y experiencia del mundo y eso lo llevó a perder las elecciones». En cuanto a la confianza que los jerezanos han depositado en el PSOE que encabeza Pilar Sánchez: «Ha sido como una especie de cheque en blanco. Ahora los socialistas deben gobernar con justicia social y no dejarse llevar por una práctica de venganza. Hay que hacer política desde la igualdad y dejar que el pueblo participe en las decisiones que le afecte. Asimismo, no es nada fácil el equilibrio entre la escasez y la necesidad que tiene que alcanzar ahora el actual equipo de Gobierno debido a los problemas heredados con los que se ha encontrado y que aún no han acabado de aparecer».

Homenajes, reconocimientos y grandes muestras de afecto está recogiendo Sebastián estos días, algo que para él es importante. «Todo ha merecido la pena porque hemos logrado muchos avances sociales y políticos que antes eran impensables». Y es que Jerez en estos últimos 35 años ha cambiado mucho gracias a hombres como Sebas que creen que la utopía «puede llegar a mover el mundo».