VUELTA DE HOJA

La cuadratura del pozo

Parece que los españoles no sabemos lo que vale un euro, pero pronto vamos a aprender lo que vale un peine. La culpa la tenemos nosotros, por derrochar en propinas, pero también le corresponde alguna responsabilidad a los alimentos básicos, en cuyo catálogo se incluyen también los de segunda y tercera necesidad, y a los carburantes. El buen ministro económico ha exigido que las iniciativas estén bajo su control, o sea que no haya espontáneos que se tiren al ruedo a pegar mantazos demagógicos. Aunque no tiene pinta de novillero, sino más bien de picador, ha dicho eso de ¿dejadme solo! y quiere entrar en la plaza como Pedro Solbes por su casa.

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No van a dejarle. Quien manda manda y aunque la inflación se haya situado en el 4,1 y la escalada vaya a continuar, nuestra moral no debe decaer. Contra las cifras están las promesas y el presidente Zapatero ha ofrecido un millón y medio de viviendas protegidas si gana las elecciones. No conforme con eso, también se compromete a crear un mínimo de millón y medio de empleos. Una promesa se puede rechazar pero ¿quién se atreve a desestimar dos? Aunque se lleven a cabo la mitad, nuestro gozo no cabría en un pozo, aunque ese pozo tuviera las dimensiones del hoyo donde según algunos sabios cayó la verdad.

Quizá sea cierto que los españoles no sabemos que 20 céntimos son 32 pesetas, pero tenemos un idea muy clara de lo que puede comprarse con 20 céntimos. ¿Qué nos dan por 32 antiguas pesetas? Como decía aquel señor, injustamente acusado de egoísta, «una mierda para mí». Menos mal que los pensionistas van a cobrar una media de 28 euros más de media a partir de enero. Si vemos manifestaciones de júbilo el año que viene y viejecitos haciendo cabriolas impropias de su edad, ya sabemos todos a qué se debe su irrefrenable alegría.