Cultura

Sin la sombra de la tijera

El cine español celebra el 30 aniversario del fin de la censura, un mecanismo del Régimen que mutiló escenas a Berlanga y que cambió el argumento de películas como 'Mogambo'

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Cambios radicales en los desenlaces de las películas -con un final feliz y de acuerdo con la moral-, guiones modificados por no ser del agrado del censor, películas extranjeras con doblajes o subtítulos -que daban interpretaciones distintas a las que se veían allende la frontera-, temas vetados como los políticos, sexuales o inmorales y estrenos de películas que nunca llegaban son algunos de los efectos que tenía la alargada sombra de las tijeras de la censura cinematográfica en España. Este mes se cumple el 30 aniversario del fin de la censura cinematográfica en España, una censura que también se empeñó en cubrir con una gruesa venda los ojos de los españoles hasta el final.

Cineastas de la talla de Luis García Berlanga, críticos de cine locales -como José Vanaclocha-, distribuidores y exhibidores de cine de todo el territorio nacional vivieron en primera persona esta etapa histórica que desde el año 1977 se firma con un final feliz.

La cara curiosa

Las tijeras de la junta censora del Régimen han dejado un reguero de anécdotas que ahora se miran con curiosidad, especialmente en las obras de Berlanga. El verdugo (1963), por ejemplo, tuvo más de veinte cortes en el guión antes de ser estrenada. Esta película también sufrió la censura a la hora de recoger premios. «Recuerdo que fuimos al festival de Venecia a presentarla. Días antes, el embajador en Roma hizo un pase privado y, de inmediato, llamó a España y trató de mediar para que se retirara y, de hecho, intervino para que no le dieran el primer premio», explica María Jesús Manrique de Aragón, esposa de Berlanga. A esta circunstancia se unió otra más: el revuelo entre el pueblo veneciano. «Nosotros fuimos a presentar la película a Venecia, pero coincidió que en esa semana en España se realizó la última ejecución pública del Régimen», indica la mujer de Berlanga. Los venecianos se ve que relacionaron el hecho de la ejecución con el título de la película (sin ver antes el trabajo) «y se armó una buena. De hecho, desde la organización del certamen nos dijeron que había un pasadizo, para entrar en el recinto y evitar al público, y Emma Penella, muy valiente ella, dijo que íbamos con la cara al descubierto», añade.

También la censura actuó en Los jueves, milagro (1957), donde los cortes fueron innumerables. «Recuerdo que, en este caso, el censor fue un cura y, fueron tantos los vetos que puso, que mi marido le dijo en tono de humor que tendría que firmar la película con él. Y eso, que el mismo censor dijo que se consideraba un cura moderno, por ser uno de los primeros que llevó reloj de pulsera», argumenta María Jesús Manrique de Aragón.

Otra anécdota de esta película es el cambio que Berlanga tuvo que dar al desenlace. «Inventó otro final para ser más amable. Mi padre hablaba de un pueblo que hace negocio con los milagros y la cosa acabó como que había un santo que lo arreglaba todo», indica Jorge García Berlanga, hijo del cineasta y director durante algunos años de la Mostra de Cine del Mediterráneo de Valencia. «En el caso de El Verdugo, recuerdo que censuraron una escena donde se veía el garrote vil antes de ejecutar al condenado», añade Jorge García Berlanga.

La esposa de Berlanga también recuerda un caso referido a otro gran cineasta, Luis Buñuel. «El final de Viridiana fue de escándalo y no consintieron al director que lo sacara. Finalmente, Buñuel le preguntó a los censores, 'pues díganme cómo quiere que acabe' y le respondieron, pues jugando a cartas». En una obra maestra como Bienvenido Mister Marshall (1953), el director valenciano utilizó el tono de sátira y crítica soterrada para hablar de la situación política y económica del España, un hecho inédito en la filmografía española hasta ese momento. Aún así, también sufrió los efectos de la alargada sombra de la censura.

Bandera americana

«Al final de la película había una escena en la que se veía un riachuelo que se llevaba los restos de banderolas, con las que habían decorado el pueblo, y se ve una bandera americana hundiéndose en la acequia. Aquello escandalizó al famoso actor Edward G. Robinson durante su exhibición en Cannes. Dijo que una bandera americana no podía estar tirada. En realidad, Berlanga no tuvo una mala intención, quería representar el final de una fiesta», añade su esposa.

Jorge García Berlanga comenta, que en este caso, «se cortó una parte de la película donde se representaban los sueños de la maestra del pueblo ante el anuncio de la llegada de los americanos. La maestra tenía sueños eróticos, pensaba en los americanos vestidos con el equipaje de rugby, y se excitaba».

Y, ni qué decir, tiene la película La vaquilla (1985) que, como detalla la esposa de Berlanga, María Jesús Manrique de Aragón, «estuvo veinte años sin poderse hacer porque los censores le ponían numerosas trabas. Mi marido le cambiaba el título, la volvía presentar y se la tiraban atrás».