EL DALAI LAMA ofrece una conferencia en Roma. / AFP
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Italia huye del Dalai Lama

El Gobierno, el Vaticano y las autoridades en general hacen el vacío al líder tibetano por las presiones de China

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Es un espectáculo digno de nuestros días contemplar a las autoridades italianas en desbandada ante la llegada del Dalai Lama, sólo porque China ha ordenado que no lo vea nadie. Desde que escapó en 1959 tras la invasión china del Tíbet lo considera un peligroso disidente.

Hace ocho años, la última vez que visitó Italia, había carreras para hacerse fotos con él. Ahora son para esconderse. Un éxito más del ascenso triunfal de China.

Este monje de 72 años, que ha pasado más de la mitad de su vida en el exilio, será una autoridad moral, pero definitivamente tienen más peso los 20.000 millones que mueve el comercio de Italia con China. Tampoco el Vaticano quiere líos, ahora que intenta normalizar sus relaciones con Pekín y eligen a medias a los obispos.

Ni el jefe de Estado, ni el Gobierno, ni el Papa han tenido un momento para ver al Dalai Lama en su visita de doce días a Italia que termina el lunes. El primero en osar recibirlo oficialmente fue el gobernador de Lombardía, y al día siguiente llegó puntualmente la advertencia china: «Esperamos que el país se atenga a la óptica de la amistad bilateral y no ofrezca apoyo a sus actividades separatistas». En este contexto, es un héroe el alcalde de Cologno Monzese, segunda autoridad que lo recibió y le nombró vecino de honor. Ayer le siguió el de Roma y mañana, el de Turín. Y se acabó.

Sólo un subsecretario

La alcaldesa de Milán vio al Dalai Lama en privado y el cardenal de la ciudad, Dionigi Tettamanzi, en su casa, sin fotos. El primer ministro, Romano Prodi, dijo que estaría en Lisboa, aunque vuelve mañana y podría verle. Allí estrechó la mano de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, otro referente de la lucha por los derechos humanos, pero por perseguirlos.

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, se halla en EE UU, pero si hubiera querido lo habría encontrado el viernes en Milán. El único miembro del Ejecutivo que se cruzará en su camino es el subsecretario de Exteriores, Giani Vernetti, y aún así el Gobierno se creyó en el deber de precisar que era un encuentro en un acto público «no institucional».

«Un país no es sólo grande por el PIB sino por su sistema de valores», ha lamentado Vernetti. La presión de 300 diputados y senadores de todos los partidos llevó finalmente al Parlamento a organizar ayer un acto, pero fuera del aula de sesiones. En cuanto al Papa, el Vaticano aclaró el mes pasado que la audiencia supuestamente fijada para ayer «nunca ha sido anunciada».

Lo habían adelantado fuentes vaticanas y el entorno del Dalai Lama en octubre, pero al día siguiente Pekín expresó su esperanza de que la Santa Sede «no haga nada que hiera los sentimientos del pueblo chino». Y no lo ha hecho.

Caso omiso

Bush en Estados Unidos, Harper en Canadá, Gusenbauer en Austria y Merkel en Alemania han hecho caso omiso a Pekín y han visto en estas semanas al líder tibetano. En Italia no son tan valientes. La gente, no obstante, acude en masa a sus actos. La demanda para el de hoy en Roma ha obligado a cambiarlo a una sala más grande del Auditorio. AI ha denunciado también presiones del comité olímpico italiano a los atletas para que no hagan comentarios incómodos sobre derechos humanos. Llegan los Juegos Olímpicos y China sólo ha cumplido con las obras, pero tampoco se le pide mucho más.