SEATON CAREW, al noreste de Inglaterra, donde Darwin (arriba) fue visto por última vez.
Un británico dado por muerto hace cinco años reaparece   amnésico y es detenido tras cobrar su mujer el seguro de vida

Mala memoria

John Darwin se presentó el pasado sábado en una comisaría del centro de Londres y dijo: «Creo que soy una persona desaparecida». La Prensa británica no ha desvelado los detalles de la rapidísima investigación que llevó a la Policía a identificar al hombre desmemoriado como el ex profesor de instituto y funcionario de prisiones que, en una tarde de mar tranquila, el 21 de marzo de 2002, a sus 52 años, zarpó con su canoa en una playa cerca de su casa, en el nordeste de Inglaterra. Y hasta hoy.

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La marea arrastró hasta la playa restos de la canoa, que era roja, y su mujer, Anne, recepcionista en la consulta de un médico, se quejó de su viudedad inmaterial. Quedó sin enterrar el cuerpo remero de su marido, sin la pompa de un buen funeral para sellar tal duelo. La resucitación de Darwin provocó extrañeza. ¿Por qué un hombre de la austera Cleveland reaparece en la meca de la farándula, el West End de Londres, bronceado y con buen aspecto, diciendo que él es, aunque no recuerde nada, un desaparecido? ¿Por qué su padre, de noventa años, dejó caer una frase incoherente, tras agradecer a Dios la buena nueva: «John es sensato, sabía que no haría nada estúpido?».

Mucho más raro era lo de su mujer, que, tres semanas antes, había vendido sus dos casas por 700.000 euros y partido rumbo a Panamá. Los compradores de las viviendas tuvieron que utilizar más de diez contenedores para sacar ropas, muebles y enseres abandonados por Anne. Sus vecinos decían que se fue a Panamá como si se hubiese ido a hacer la compra. Se debe aclarar que, en los supermercados locales, hay que pagar por lo que se compra y, en Panamá, no hay que pagar impuestos por rentas obtenidas fuera del país.

Estaban así las cosas cuando en la madrugada de ayer, la policía de Hampshire, en el sur de Inglaterra, detuvo a John Darwin, que estaba en casa de uno de sus dos hijos. El Daily Mirror publicaba esa mañana la foto de John y Anne, en Panamá, en julio de 2006, ambos sonrientes junto a un empresario local que ayuda a los extranjeros a asentarse en el país.