AMBIENTE FRÍO. Abbas sube a un coche frente a su hotel. / REUTERS
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EE UU supervisará el plan de paz de Anápolis para garantizar su avance

La Casa Blanca elige a un general retirado como enlace en las negociaciones entre Israel y Palestina

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Bajo el imperativo de que lo realmente trascendental es todo lo que ocurra a partir de la simbólica cumbre celebrada en la Academia Naval de Anápolis, israelíes y palestinos tuvieron ayer la primera oportunidad de ponerse manos a la obra para intentar encontrar un acuerdo de paz comprometido, algo que sin éxito se viene intentado desde 1979. Con George W. Bush como anfitrión, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, celebraron en la Casa Blanca un pionero contacto negociador.

Sin aceptar preguntas de la prensa, el trío ha vuelto a realizar una simbólica y sonriente aparición en la rosaleda de la Casa Blanca. Con el presidente Bush limitándose a confirmar la existencia de «un comienzo esperanzador» y que «Estados Unidos permanecerá activamente implicado en este proceso». «Yo no estaría aquí si no creyera que la paz es posible y ellos no estarían aquí tampoco si no creyeran tampoco que la paz es posible», dijo el mandatario estadounidense.

Con el encargo de seguir el día a día de estas negociaciones que deberían concluir antes del 2008, la Administración Bush designó como enlace a James L. Jones, un general retirado de los Marines. El militar estará a las órdenes de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien durante estos meses de pre-negociaciones ha viajado más de 160.000 kilómetros para hacer posible la cumbre de Anápolis. Una proyecto planteado originalmente por su antecesor Colin Powell, pero rechazado por la Casa Blanca.

A la vista de toda la experiencia en estas fallidas negociaciones, el éxito de esta nueva oportunidad pasa por las cuestiones clave de estatus final acumuladas durante las seis décadas de conflicto entre israelíes y palestinos. En la lista destacan la demarcación de las fronteras del futuro Estado palestino, desmantelamiento de asentamientos judíos en Cisjordania, la soberanía sobre Jerusalén, los derechos de los refugiados expulsados de Israel, la cuestión de garantías de seguridad y la liberación de presos. Sin olvidar tampoco algo tan básico como el suministro compartido de recursos acuíferos.

Para evitar disputas iniciales descarriladoras, se espera que el proceso se concentre inicialmente en el congelamiento de asentamientos judíos en Cisjordania y represión de terroristas en el bando palestino. Medidas de confianza que deberían permitir abordar otras cuestiones más espinosas como el futuro de Jerusalén y fronteras palestinas.

Conferencia de donantes

Con el fin de pastorear este complicado proceso, EE. UU. se ha comprometido a «supervisar y juzgar el compromiso de ambas partes» con respecto a la Hoja de Ruta elaborada en 2003 como guión para establecer un acuerdo de paz y un Estado palestino independiente.

Después de la cita de ayer en la Casa Blanca, la primera reunión de un comité bilateral tendrá lugar el próximo 12 de diciembre en Oriente Próximo. Cinco días después, está prevista otra conferencia en París de donantes internacionales para respaldar los esfuerzos diplomáticos con dinero, sobre todo para los palestinos en una situación límite.