A CADA UNO LO SUYO

Columna repetida

Bueno, no exactamente, pero, si así fuera, tampoco pasaría nada. De hecho, con relativa frecuencia descubro columnas repetidas en los medios locales (son los que sigo con más atención) y nunca he visto a nadie quejarse al respecto, de lo cual deduzco que, o bien a nadie le importa un pimiento, o bien los lectores tienen memoria de pez -¿acaso alguien sabe cómo es la memoria de un pez?- y lo que leen se les olvida de un día para otro, circunstancia que diría bastante menos de los columnistas que de sus seguidores. En cuanto a la repetición en sí misma por parte de los periódicos, quizá unas veces se deba al despiste («¿Huy, me confundí de archivo!»), otras a las prisas traicioneras («¿Dónde está la columna del cabr de fulano?, ¿cierro en diez minutos!»), y en ocasiones a la simple flojera y certeza de impunidad («Pon esta misma, totá, nadie se va a coscá»). Tan seguro estoy de que realmente nadie se cosca, que públicamente anuncio que les voy a «colar» a todos ustedes una columna repetida en el transcurso de los próximos meses (antes de las elecciones, por concretar una fecha).

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Pero lo que realmente les quería explicar hoy es que la mayoría de las columnas que se escriben son repetidas aunque no sean repetidas. Dicho de otra manera: una vez que ha escrito 15 ó 20 columnas, las ideas y el estilo del columnista han quedado claros para los lectores. A partir de ahí, depende de su talento, inspiración y esfuerzo el reformar en cada ocasión la fachada de su columna de toda la vida para que interese y, si acompañan las musas o suena la flauta, sorprenda y emocione. Yo, qué quieren que les diga, me parto de la risa leyendo a algunos colegas a los que no les suena la flauta ni por puñetera casualidad por más años que pasen (y no me explico cómo les dejan seguir torturándonos con sus tostonazos, panfletos, cursiladas, e insult@s vari@s a la inteligencia y al idioma: ¿es que no hay más talento en la ciudad? Y si lo hay, ¿es que no merece atención?). De igual manera, me sigue maravillando ver cómo otros colegas -no tan numerosos- son capaces de escribir auténticas joyas semanales, o ¿diarias!, repletas de poesía, cultura e ironía; pequeñas delicatessen que no puedes dejar de leer porque, aunque conozcas las sendas que vas a transitar, ignoras las sorpresas que aguardan ocultas en la espesura. Mi nada humilde aspiración es llegar a escribir como estos últimos. De momento, para que se entretengan mientras juzgan si estoy con los unos, con los otros o en tierra de nadie, les emplazo a que descubran el «bluf» que está por venir en alguno de los 14 próximos domingos. Fácil, ¿no? acadaunolosuyo.blogspot.com