TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Más allá del 'Nuevo Pepita Aurora'

Yo me ahogo, José, yo no sé nadar! ¿Yo me ahogo, picha! Entonces el patrón me vió así, se quitó el salvavidas y me lo tiró. Me agarré al salvavidas y ya me ví una mijita mas aliviado, pero a pesar de eso estaba ¿ay!, parecía que me iba a dar un infarto».

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Son palabras de José Crespo 'Manteco', uno de los marineros supervivientes del barco Nuevo Pepita Aurora, en una de las secuencias de la película Donde hay patrón, un documental de 53 minutos de duración que ha dirigido José Luis Tirado -Paralelo 36, La liga de los olvidados- y que esta semana fue presentada a sus protagonistas en una sesión a puerta cerrada que se celebró en Barbate.

Con la banda sonora de Fran MM. Cabeza de Vaca, el sonido de José Luis Osuna y la colaboración de Radio Televisión Tarifa, esta película de Zap Producciones fue rodada en Barbate al pairo del naufragio de dicha embarcación, ocurrido a las 14 horas del 5 de septiembre de 2007. De sus 16 tripulantes, como se sabe, ocho salvaron la vida, tres fallecieron y cinco siguen desaparecidos. Pero esta pieza de cine militante no sólo se centra en dicho suceso sino en otro naufragio colectivo, el de las condiciones sociales que rodean hoy por hoy al oficio de la pesca y que aquí se desgranan y denuncia por boca de algunos de sus sufridores, entre ellos el propio Manteco, Serafín Ramos -marinero jubilado-, los marineros en activo Juan Ramos, Pedro Galván, Damián Rivera, Pascual Muñoz -a su vez representante sindical- y Antonio Varo -a la sazón, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Barbate-, junto con las voces de dos amas de casa y esposas de marineros publicados: María Pérez y Pilar Heredia.

En líneas generales, José Luis Tirado afirma que «parte del suceso del naufragio para sacar a flote las condiciones laborales y socioeconómicas de los trabajadores de la pesca de bajura del pueblo de Barbate». Sus protagonistas son marineros que sufren la precariedad y el riesgo laboral en tiempos de globalización mercantil y que «reclaman otras condiciones de vida y de trabajo más allá de la vieja e imperante dialéctica del amo y del esclavo».

Los testimonios apuntan a que el naufragio ocurrió bajo condiciones climatológicas que habrían llevado al cierre del Estrecho: «No me cabe en la cabeza que en Algeciras, un puerto con la categoría que tiene Algeciras, se cierre, que los ferrys no salgan porque hay viento de fuerza 7, y en Barbate salgan los barcos. Porque ese mismo día, si no pasa la desgracia que pasó, los barcos descargan y se van otra vez», afirma Pascual Muñoz en la cinta, mientras todos inciden en que armadores y pescadores quieren más ingresos.En otros casos, se trata simplemente de hacerse los valientes ante el mal tiempo: «Si sale fulanito, salgo yo. Porque yo les he visto en fila, con mal tiempo, dándole unos bandazos de mar horrorosos, ¿bum, bum!, ahí van esos barcos para Larache ¿o no? Todos en fila, porque salen los más bravos», reprocha Pilar Heredia. Y los marineros, según María Pérez, a tragar: «Un marinero se queja por lo mas mínimo, o dice: no navego porque me da miedo, porque hay un temporal, y lo primero que suelen decirle es: si no te conviene coge el folio y te echas en tierra. Esa ha sido la palabra clave de siempre. La palabra del marinero nunca ha valido», denuncia a su vez María Pérez.

«Y no hay una autoridad, ni Ayudantía de Marina, ni Cofradía, que diga: no, bandera roja, que aquí los barcos con mal tiempo no salen aunque pierdan un día, pero no pierden la vida», remacha Pedro Galván, quien cita la letra de un cantante local que dice «por muy mala que está la mar/ siempre pasa un barco de Barbate/ el Estrecho de Gibraltar». En opinión de Antonio Varo, «ninguna de las Cofradías de Pescadores que hay en España tiene capacidad para cerrar un puerto cuando hay mal tiempo. Hay otras autoridades, como son las Capitanías Marítimas de los puertos, o Salvamento Marítimo. Pero en el tema del Levante volvemos a lo mismo. El Levante es un viento tan normal el el Estrecho, que aunque haya ocurrido la desgracia de este barco, no suele ocurrir el que se cierren los puertos por la travesía del Levante».

No hay sueldos fijos ni sueldos base en la pesca de bajura, sino que los marineros van a la parte, en función del precio que alcancen sus capturas, dándose la circunstancia en muchos puertos de que no hay sueldo alguno si no hay pesca, aunque en Barbate perciben en esos casos anticipos de 120 euros por semana, a cuentas de las vacas gordas. Y hay una serie de gastos a cargo del armador, pero en gran medida se reparten al 50 por ciento con las tripulaciones: incluso la Seguridad Social corre a cargo del marinero y del armador al 50% -Monte Mayor es la expresión que usan-, incumpliendo lo que establece el Estatuto de los Trabajadores y sin que pueda declararse posteriormente en el IRPF. «Los armadores declaran en Hacienda todos los gastos que hay, y sin embargo el 50% lo han pagado los trabajadores», denuncia Pascual Ramos. Los marineros tienen que comprar la ropa de protección, las botas, el colchón, e incluso deben participar en el pago de las letras de las furgonetas del barco.

A pesar de que los convenios de la mar quedaron derogados junto al sistema de la parte, otro de los testimonios denuncia el reparto de la jarampa: «Echamos el pescado, sacamos la Seguridad Social, las 2 cajas de un fondo que se saca, vamos 12 marineros, sacamos 10 euros al día para cada uno, 12 son 120 euros, y 120 euros para el armador».

«Cuando lleve una temporada buena ha juntado millones -sentencia Serafín Ramos-. Y yo lo que he juntado son dolores de riñones, en un bote de la luz, por una parte y un cuartón, toda la noche con los ojos abiertos».