ARRIBA. Gastón Casas será el más adelantado. / LUIS SEVILLA
Cádiz C.F.

El Cádiz se examina en Gijón de su asignatura pendiente

El Molinón calibrará hoy las verdaderas opciones de un equipo peleado con el gol que se debate entre soñar con el ascenso o pelear por la permanencia Nano y Fleurquin, novedades amarillas; Barral, la gran duda sportinguista

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El Cádiz parece un gallego subido en una escalera: no sabe si sube o si baja. Se retuerce en la duda. Mirar hacia arriba o hacia abajo, soñar o temer. Calderón ha conseguido que ese Mercedes destartalado y sin fuelle ya ruede sobre el asfalto. Siete puntos de nueve han propiciado que sus peligrosos compañeros de viaje sólo vean la matrícula y los faros traseros. Pero hay que meter una marcha más para ponerse a rebufo de los de arriba porque un nuevo frenazo sería un paso atrás irreparable.

Hay que cruzar esa línea que separa las alegrías de los agobios, la esperanza del miedo. Y el Molinón la tiene marcada. Los futbolistas saben que el mejor atajo para subir peldaños es ir venciendo a los enemigos que le preceden. Matemáticamente, hay en juego más de tres puntos pues son los que se suman y los que el rival se deja en el camino. Moralmente, porque el triunfo en casa del aspirante Sporting insuflaría ánimos a una plantilla tocada y aportaría una dosis de respeto necesaria ante sus iguales de Segunda.

Es pronto todavía para ser dramáticos, y la división de plata es larguísima, pese a que las distancias cada día son más amplias. Pero existen momentos en los que un equipo con verdaderas aspiraciones debe dar el correspondiente golpe en la mesa. Asustar a todos y presentar candidatura.

No será fácil. Los problemas han hecho acto de presencia esta semana. En esta plantilla tan descompensada, un contratiempo en determinadas posiciones supone fuertes quebraderos de cabeza. Es lo que ocurre en la siniestra. Gustavo López acusa el desgaste de una carrera eterna y su sustituto no ofrece suficientes garantías. Tal y como desveló el propio implicado, Nano será hoy quien supla al argentino, con una sobrecarga.

Por otro lado, el Cádiz que no gana un recurso sí tiene más recursos en el medio, donde Fleurquin es el encargado de hacer olvidar al sancionado Diego Rivas. Un buen puñado de centímetros para combatir un juego aéreo que el año pasado masacró a los amarillos.

El año pasado ¿Buff! Para tener pesadillas. Nadie lo olvida. Ese Cádiz de luto, teñido de negro y con la cabeza del ilusionado Oli por los suelos previo paso por la guillotina, y rodando ante el griterío de una jauría enfervorecida.

Cuatro goles y perder. ¿Habrase visto! Una lección más que da el fútbol, y de la que los cadistas han aprendido. Calderón y los suyos saben, por los vídeos y por experiencia propia, que el punto débil de los rojiblancos es su vulnerabilidad en defensa. Arriba son infatigables, no cesan de correr durante los noventa minutos y nunca entregan la cuchara de antemano. Se granjean infinitas ocasiones en cada encuentro, pero por lógica los espacios aparecen en la retaguardia. La velocidad de Enrique y Nano será decisiva a la hora de sorprender a la contra.

El encuentro de hoy también tiene un nombre propio. David Barral, corazón gaditano y cartera sportinguista. El isleño está ansioso por golear al Cádiz para saldar deudas pendientes y demostrar sobre el césped que en Carranza no se valora a los delanteros de la tierra. No obstante, su participación está en el aire después del esguince que sufría el pasado jueves.

Otro futbolista ya estaría con lagrimones y butaca reservada en la grada, pero el bruto de Barral parece inmune al dolor y más si el amarillo se pone delante, aunque hoy el Cádiz volverá al negro, como la temporada pasada. Es la única duda, pero apuesten a que se vestirá de corto. También estará Sastre, un ex cadista inolvidable, y Matabuena, repuesto de sus problemas de rodilla.

Para ganar esta tarde, obligatorio aprobar la asignatura pendiente: marcar un gol. Es insostenible que esta plantilla de tantos miles de euros sólo lleve ocho goles a favor en trece partidos. Recuperada la solvencia defensiva, hay que mirar hacia la portería contraria. Ni el sistema, ni el gafe ni ninguna otra excusa puede ocultar el fracaso en la elección de los delanteros. Otra vez habrá que esperar al mercado de invierno para maquillar los errores de verano.

Sin más, se presenta este bonito duelo con un claro favorito pero también una incógnita imprevisible. Será un choque abierto, los precedentes invitan a ello. Aunque este Cádiz no le mete un gol ni al arco iris.