MÍTICO. El guerrero ha cobrado vida gracias a las nuevas tecnologías. / LA VOZ
Cultura

Épica en la era digital

Robert Zemeckis somete la leyenda de la violenta 'Beowulf' a un experimento en 3-D con la inspiración de 'La bella durmiente' de Walt Disney

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Acostumbrado a sumarse a las tendencias más taquilleras, el cineasta Robert Zemeckis sigue ahora la estela de El señor de los anillos y otros productos de factura épico-medieval con Beowulf. Una cinta trepidante que exprime a tope la fascinación por la aventura fantástica con los toques justos de humor y violencia y ese maniqueísmo que tan bien explota el cine comercial de Hollywood. Además, Zemeckis adereza la historia con su hechizo particular: una dosis de animación hiperrealista a base de recrear los personajes y los escenarios en un espectacular formato en tres dimensiones, fórmula que ya empleó en Polar Express y que aquí alcanza ya cotas prodigiosas.

La película, inspirada en la estética de La bella durmiente, de Clyde Geronimi (1959), bebe directamente de las fuentes de Beowulf, un poema épico escrito en inglés antiguo, comparable al Cantar del mío Cid, sólo que con monstruos, brujas y encantamientos. Llevado al cine en dos ocasiones (una, especialmente lamentable, protagonizada por Christopher Lambert), cuenta las andanzas de un guerrero renegado, Beowulf (Ray Winstone), que se enfrenta a Grendel (Crispin Glover), una criatura demoníaca que atemoriza a los hombres. Al combate se une también la madre bruja del monstruo, encarnada por una voluptuosa Angelina Jolie que despliega su sensualidad para seducir y destruir a este antihéroe.

El guionista, Neil Gaiman (también el de Stardust, película en cartel), y el productor, Roger Avary, artífice de Killing Zoe, han sido fieles al relato original, pero Zemeckis ha impuesto a la narración un tono de humor negro, a veces terrorífico. «Creo que el primer chiste es hacerme a mí un héroe, estilizándome la figura en mi clon virtual», dice Ray Winstone. El actor, visto en Infiltrados, tiene 50 años y un físico que, desde luego, no se corresponde con el de un modélico héroe capaz de enfrentarse a brujas y demonios. Es el milagro digital. «Creo que esta mezcla entre aspecto digital más que realista y la posibilidad de reinventar un mundo fantástico ha dado un tono novedoso y estimulante al filme», dice Avary,.

Niño mimado de Spielberg, Zemeckis hizo que los actores -entre los que figuran Brendan Gleeson, Anthony Hopkins, John Malkovich, Robin Wright Penn y Alison Lohman- rodaran pegados a sensores que trasladaban movimientos y voces a un programa computerizado. «Trabajábamos como si estuviéramos en el teatro», explica Winstone, que permaneció unos cuantos días conectado por cables y parches, hablando con pantallas de croma verde. La cinta se rodó en un estudio de Los Ángeles que, gracias al milagro informático, se convirtió en una oscura tierra premedieval poblada por seres mitológicos.

«El humor y el toque desmitificador que le ha dado Zemeckis a la historia hacen que creas que esa época inexistente y mágica tendría que haber sido así. Guerreros emborrachándose y peleando en tabernas, reyes corruptos, damas no tan vírgenes. Es fabuloso», presume Winstone.