TRIBUNA

¿De verdad tenemos buenas relaciones con Marruecos?

Creo que no. Mejor dicho -aclaro- tenemos buenas relaciones de España con Marruecos, pero no de Marruecos con España. Son los socialistas los que se encargan de recordar constantemente esas supuestas buenas relaciones y nos preguntamos en qué se basan para tal afirmación, que por cierto, nunca la oímos en boca de los marroquíes. Me gustaría saber por qué el gobierno español no pierde ocasión de repetirlo y por qué el gobierno marroquí no lo manifiesta jamás. Si ponemos en una balanza lo que España da a Marruecos y lo comparamos con lo que recibimos veremos como ésta se inclina con fuerza hacia aquel lado.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Así Zapatero, aún en la oposición, le dio a Marruecos la oportunidad de que lo utilizaran para uso político interno al dejarse hacer una foto, después del asunto del islote de Perejil, donde le situaron delante de un mapa en el que aparecían Ceuta y Melilla como parte del Reino de Marruecos. Con Zapatero ya desde el gobierno ha cambiado la tradicional postura de España con respecto al derecho de autodeterminación del Sahara. Ha aceptado un acuerdo de pesca, valorado muy positivamente por el gobierno español, cuando la realidad es que hemos pasado de 470 barcos a 100 y Marruecos se ha reservado las especies más rentables y las mejores zonas de pesca, además de imponer unos «flecos» a las condiciones de pesca que impiden la rentabilidad esperada por nuestra flota y percibiendo por ello 43 millones de euros anuales de la UE. Las concesiones petrolíferas a las que optaban empresas españolas se han adjudicado a Francia. Se permite a los productos agrarios marroquíes, competencia de los nuestros, unos pases fronterizos sin el debido control de cuotas ni exigencias analíticas de calidad con que se testan nuestros productos. Con Zapatero hemos tenido que aumentar la fortificación de fronteras de Ceuta y Melilla y pagarles una fortuna para que no faciliten las salidas de pateras desde las costas marroquíes. También estamos convencidos de que Marruecos no realiza todo el control antiterrorista islamista que sería de desear entre dos gobiernos amigos y así podríamos seguir enumerando y nos preguntamos ¿todo esto a cambio de qué? No sabemos qué contrapartida recibe España que justifique el rendez-vous baboso y servil de una desmedida adulación por parte de nuestro gobierno. Parece que hubiera un temor a Marruecos que motiva esta actitud.

La fortaleza de las relaciones diplomáticas es tan débil que ha bastado la visita de los reyes de España a Ceuta y Melilla para ponerla en evidencia. Y lo peor es que también desconocemos el alcance de la reacción de Marruecos y las consecuencias que han anunciado que tendrá esta visita, calificada de inoportuna y de provocación inadmisible, que ha tenido como primera reacción la llamada a consulta del embajador marroquí. También nos preocupa que Moratinos parezca más interesado en comprender las razones de Marruecos para defender la marroquinización de Ceuta y Melilla que en defender la soberanía nacional. Se empieza a hablar de soberanía compartida, de propuestas de diálogo por parte de Marruecos para dilucidar el futuro de estas ciudades y nos preguntamos si, conocedor el rey de Marruecos de la debilidad de nuestro gobierno, muy parecida a la que tenía el gobierno español con Franco moribundo, lo que les dio valor para iniciar la Marcha Verde, se animaran ahora a unir a las exigencias anexionistas sobre el Sahara, la pretendida anexión de Melilla y Ceuta que son territorios españoles desde 1497 y 1581, cuando el Marruecos actual nació en 1956. También tememos lo qué será capaz de hacer y ceder el presidente Zapatero para recuperar de inmediato «la plena confianza y trabajo en común en todos los ámbitos» anterior a la visita de los reyes como ha manifestado al conocer la reacción marroquí.

Malos tiempos para la diplomacia española, que ha reducido nuestros amigos y socios a las dictaduras hispanoamericanas y marroquí y en dos semanas se nos han rebelado dejándonos aparentemente sin amigos y sin defensa de las empresas españolas y esperemos que no sin la defensa de la españolidad de Ceuta y Melilla.