TRIDENTE. Ronaldinho, Leo Messi y Thierry Henry celebran uno de los tantos anotados en el encuentro. / AP
LIGA DE CAMPEONES GRUPO E

El Barça se merienda al Rangers

La poca contundencia de la delantera blaugrana malogró la goleada local Frank Rijkaard, ha destacado que fue «importante marcar rápido»

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El Barça pasó por encima de un temeroso Glasgow Rangers para sellar de forma casi matemática su pase a los octavos de final de la Liga de Campeones. Una plácida noche tuvieron en el Camp Nou los azulgrana, que contemplaron cómo la recuperación de Ronaldinho sigue por buen camino.

Rijkaard vio cumplidos sus deseos a la perfección. Quería un tanto tempranero y sus jugadores se lo brindaron. Pronosticaba un Ronaldinho en crecimiento y su pupilo no le defraudó. El arranque del Barça resultó letal. La visión del brasileño se alió con la ceguera del árbitro para catapultar el primer gol local al marcador. Messi había recogido el centro del astro de la canarinha para asistir a un Henry que, tras lanzarse como un poseso por el balón, marcaría con el codo.

El Barça se relajó ante la muralla escocesa. Walter Smith le puso coherencia a su discurso defensivo. Diez jugadores postergados en su propio campo intentando atajar las andanadas locales. Su embrollo resultó abortado tan rápido que el Rangers pareció un muñeco a manos azulgrana. Sin ambición. Sin riesgo. Su única misión pasaba por salir poco escaldado de su visita al Camp Nou.

La desidia escocesa convirtió el partido en un monólogo local. El Barça le dio a su fútbol la dosis de paciencia necesaria para desarbolar a su rival como y cuando quería. Los azulgrana acumulaban ocasiones ante McGregor. Iniesta, Ronaldinho, Xavi y Henry ponían emoción a la sosedad visitante. La guinda la iba a poner Leo Messi. El argentino fabricó una veloz y precisa pared junto a Ronaldinho que concluiría él mismo tras recoger el rechace de McGregor a disparo del brasileño.

El Barça entraba en el descanso con los deberes hechos. Los aficionados se relamían comprobando que la resurrección total de Ronaldinho va por buen camino. Un babeo colectivo ante su antigua estrella, que se truncó un instante tras un mal gesto de Iniesta. Rijkaard, que había perdido a Márquez durante el calentamiento por un problema muscular, respiró con parsimonia viendo la vuelta a escena del albaceteño.

Del Rangers, muy poco. Bien, nada. Seguían cohibidos y maniatados por las camisetas azulgrana. El Barça lo aprovechaba para darse un festín de toque malogrado por la falta de contundencia de sus constantes andanadas. Messi le acabaría perdonando una merecida goleada a un conjunto escocés tan cobarde que en ocasiones reflejó una imagen indigna de un participante en la máxima competición europea.