Editorial

Crisis insoportable

La sucesión de incidencias en las obras del AVE en Cataluña, enmarcada en la crisis en la prestación de servicios básicos que lleva meses sufriendo la comunidad autónoma, está convirtiendo en una pesadilla las expectativas creadas por un proyecto en la vanguardia ferroviaria. Los esfuerzos institucionales sufrieron ayer un nuevo revés al hundirse un tramo de diez metros en el andén de la estación de Bellvitge y paralizarse por los socavones la construcción del trazado entre Hospitalet y Tarrasa. Los castigados usuarios desconocen a fecha de hoy si el Gobierno podrá cumplir con la fecha prevista -el 21 de diciembre- para inaugurar la línea pendiente del AVE; y lo que es aún más perentorio, no saben tampoco con exactitud cuándo volverán a funcionar regularmente los servicios de Cercanías suspendidos hace una semana.

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Las dificultades en el AVE se remontan a la última legislatura del PP y se han intensificado en el último año, con el PSOE en el Gobierno y el tripartito al frente de la Generalitat. Es una evidencia, por lo tanto, que la responsabilidad por las prolongadas molestias compete a las distintas administraciones concernidas por el proyecto. Pero también que corresponde ahora al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero asumir sus obligaciones y garantizar el adecuado restablecimiento de los servicios alterados para los miles de viajeros que vienen soportando una cadencia de incidentes que no puede ser fruto de la fatalidad. La decisión del Ejecutivo de rescindir ahora el contrato de la constructora OHL por los problemas generados evidencia los errores que han podido cometerse en el control de las obras. Y obliga más si cabe al presidente a ofrecer explicaciones nítidas y compromisos resolutivos en su comparecencia del miércoles en el Congreso, sin que ésta pueda quedar diluida por coincidir con la sentencia del 11-M y la aprobación de la Ley de Memoria Histórica.