IMAGEN DE MARCA. Schumacher saluda mientras se dirige a su automóvil. / PIÑA
Cultura

Fernando Alonso aplaude a su más duro rival El coche de Michael Schumacher

El público se volcó con Schumacher y se emocionó durante la ovación a las víctimas judías del Holocausto

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Al científico británico Peter Lawrence le deslumbró el ambientazo que se vivía ayer a la entrada al teatro Campoamor. Lawrence acudió adosado con camaradería a su copremiado en Investigación Científica, el almeriense Ginés Morata, uno de los grandes de la ciencia en España. En realidad, los aplausos cerrados que les acompañaron sobre la alfombra azul no les estaban destinados. Eran para Schumi, que llegaba justo detrás. El campeón alemán de Fórmula 1 acaparó el cariño del público congregado bajo el cielo plomizo de Oviedo a pesar de su estancia fugaz. Llegó y se fue el mismo viernes.

Chaqueta de terciopelo negro, pantalón rayado y zapatos de punta, Michael Schumacher tuvo también, sobre el escenario, el paseíllo más triunfal. Recogió su diploma de manos del Príncipe, saludó al público y cruzó un saludo cómplice con Fernando Alonso, quien le regaló un caluroso aplauso sentado en el lugar que ocupan los premiados de otras ediciones, como la tenista Arantxa Sánchez-Vicario y el físico navarro Pedro Miguel Etxenike.

Supervivientes judíos

Si Schumacher fue el más vitoreado, la carga emotiva la puso la memoria viva del Holocausto. El teatro en pleno se levantó al paso renqueante de diez supervivientes y Justos, depositarios del legado terrible de una de las mayores masacres de la Historia. Hubo ojos llorosos, sonrisas y un minuto de silencio pedido por estos veteranos de los campos de concentración en recuerdo de quienes no salieron vivos.

Para el anecdotario de los premios queda que Al Gore, a priori el más experimentado en estas lides, se olvidó de recorrer el escenario y ofrecer el premio al respetable. También el estallido de una bombilla de la araña central del anfiteatro tuvo su momento de atención. No fue un mal augurio. La fiesta discurrió sobre los raíles bien engrasados de estos 27 años. Todo pautado, todo medido y una expectación que no decae. El acto fue seguido en directo por 125 medios acreditados y un millar de periodistas. Las exigencias contractuales del ex campeón de Fórmula 1 alemán provocaron la anécdota de la jornada. Shumacher «sólo puede ser visto en coches de alta gama del grupo Fiat», había advertido el representante del piloto. La organización de los premios Príncipe de Asturias se las vio y se las deseó para encontrar un Ferrari o un Maserati en alquiler, únicas marcas que cumplen los requisitos. Al final, Shumi asistió a la gala en un lujoso Maserati Quattroporte de 400 caballos, valorado en unos 130.000 euros.