Cultura

CRÓNICA | Cuerpo vivo por GERMÁN CORONA

Cuerpo es la primera parte de una trilogía llamada Patria y que continúa la saga con Madre y Padre. Con su trabajo de investigación escénica, la compañía chilena La Provincia se desmarca de un tipo de teatro convencional y ligado a ataduras de índole meramente literarias. Difícil de clasificar, la obra Cuerpo, es una mutación constante de movimientos danzados, de gestos y posturas reveladoras que forman parte de un todo hasta cierto punto violento e incómodo de ver. Con parlamentos cargados de información estadística y conceptos sobre el teatro y concretamente sobre el trabajo actoral que se repiten e incluso se pisan y se solapan, con diapositivas, con una iluminación en áreas muy concretas de la acción dramática, con polifonía en voz de sus actores y por supuesto cuerpos: desnudos, semidesnudos, sudados, casi inmóviles, ágiles, torpes, lentos, fugaces e inexpresivos a veces, se conforma este Cuerpo. Sin apenas objetos en el escenario, (una silla, un habitáculo y una fila de ocho butacas), se crea un cuerpo escénico interesante por su fuerza e intensidad. La frialdad y hieratismo de las actuaciones se conjuga de vez en cuando con brotes de violencia y emotividad que sin contexto alguno terminan por no conectar con el espectador.

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Y es que la comunicación humana necesita de referentes cuando de emoción se trata, y quizás sea este el punto de inflexión que no terminaba de conectar con el espectador que, un poco atónito, intentaba encajar tan variados lenguajes en escena. Ya desde el comienzo se nos advirtió de que no veríamos una obra de teatro sino una exposición, y así sucede. La vulnerabilidad y fragilidad humana se diseccionan a través de datos y definiciones sobre lo que es una lesión, una tortura, una vejación, en fin, un compendio de posibles daños tanto físicos como psíquicos que patentizaban un mensaje remitido a un público y una realidad social muy concretos que, no obstante, no nos dejaron indiferentes. LA CRÍTICA