MULTIÉTNICO. El último habitante de la Estación procede de Malasia.
Sociedad

¿Dónde está la Meca?

La llegada a la Estación Espacial Internacional de un astronauta musulmán plantea toda clase de dilemas entre religión y ciencia

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A bordo de la última nave Soyuz TMA-11 con destino a la Estación Espacial Internacional han viajado dos pioneros: la astronauta estadounidense Peggy Whitson -llamada a convertirse en la primera mujer al mando de esa colonia científica a unos 360 kilómetros sobre la Tierra- y el primer astronauta de Malasia, un telegénico cirujano de treinta y cinco años elegido entre 11.000 aspirantes. Su nombre es Sheikh Muszafar Shukor y es un devoto musulmán. Un credo especialmente complicado de seguir en el espacio.

Aunque bastante se ha escrito y reflexionado sobre el Islam y la modernidad, especialmente después del 11-S, la aventura de diez días del astronauta malayo ha servido para platear toda una fascinante serie de dilemas y compromisos entre espiritualidad y ciencia; empezando por el reto de lavarse ritualmente sin agua y rezar cinco veces al día en gravedad cero mirando en la dirección siempre cambiante de la Meca; o ayunar desde el amanecer hasta el anochecer durante el Ramadán en un lugar estelar donde amanece y anoche cada 92 minutos.

Cónclave de teólogos

Para aclarar todas estas cuestiones, la Agencia Espacial de Malasia y las autoridades encargadas de cuestiones religiosas han llegado hasta el punto convocar la pasada primavera a 150 especialistas, tanto teólogos como técnicos. El resultado es un folleto de doce páginas con toda clase de directrices simplificadoras para astronautas musulmanes. Aunque en honor a la verdad, el doctor Muszafar Shukor no es el primer seguidor del Islam colocado en órbita. En 1985, el príncipe saudí Sultán bin Salman bin Abdulaziz al-Saud formó parte de la tripulación del trasbordador Discovery.

Rezar a gravedad cero

El pasado septiembre, la multimillonaria de origen iraní Anousheh Ansari -a cambio de veinte millones de dólares- también pudo visitar la Estación Espacial Internacional. El esfuerzo regulador de la Angkasa es una serie de compromisos y facilidades que contrastan con la imagen de férrea intolerancia asociada con algunos seguidores de la fe musulmana. Por ejemplo, el Islam impone el precepto de rezar cinco veces al día. Pero a bordo de la Estación Espacial que circunvala 16 veces la Tierra en 24 horas, el resultado literal sería rezar 80 veces diarias. Sin embargo, las nuevas directrices fijan como razonable cinco meditaciones durante cada jornada siguiendo la hora del cosmódromo de Kazajstán. Y si el trabajo del astronauta no se puede interrumpir, se permite una versión más corta de estas oraciones o su combinación cuando esté libre.

Sobre el problema de rezar mirando hacia la Meca, en el centro de Arabia Saudí, las directrices de la Agencia Espacial de Malasia sugieren que el musulmán viajando en el espacio a más de 27.000 kilómetros por hora intente si es posible orientarse hacia ese lugar sagrado, o por lo menos se coloque en dirección a la Tierra. En gravedad cero, la secuencia de movimientos durante estos rezos también supone una dificultad adicional. Por lo que las autoridades islámicas consultadas han autorizado que estos rezos se realicen de pie.