Psicología

Adiós a la autoayuda: ser feliz no es tan fácil como te hacen creer

El autor Ricardo Capponi habla en «Felicidad sólida» sobre la importancia de conocer las bases de la felicidad para poder alcanzarla

Elplacer de permanencia, es aquél que nos hace sentir integrados en un grupo Unsplash
María Alcaraz

María Alcaraz

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«La construcción de una felicidad perdurable», es la frase que lleva por subtítulo el último libro del psiquiatra y escritor Ricardo Capponi, «Felicidad sólida» . Como si de una dieta se tratara, aquella que no puedes hacer sin unos pilares de alimentación saludable previos, el profesional considera que la búsqueda de la felicidad (verdadera) no es cosa de un día, si no de mucho esfuerzo, conocimiento y trabajo anterior.

Capponi –recientemente fallecido– centró su carrera en la búsqueda del bienestar. Con el objetivo de ayudar a los demás, publicó diversos libros, en los que abordaba la consecución de relaciones románticas sanas y plenas y la salud mental. En su última publicación, el escritor se centró en el concepto global de la felicidad , las complicaciones para conseguirla y la importancia de conocer sus pilares para poder alcanzarla.

La solidez de esta felicidad de la que habla en autor chileno se asienta sobre unas bases fijas: los placeres esenciales . Estos son tres, el sensorial, el de confort y el de permanencia.

La importancia de lo básico

En el caso de los placeres sensoriales, son aquellos más básicos. Así, es lo que sentimos cuando tenemos hambre y nos saciamos comiendo; cuando tenemos frío y nos ponemos un jersey; o lo que sentimos con el bienestar más básico , cuando tenemos todas nuestras necesidades cubiertas. Si bien es verdad que estos son fundamentales, Ricardo Capponi explica que la felicidad que nos producen varía según cómo se adapten a nuestra vida. El autor pone el ejemplo de nuestros antepasados, que sentían seguridad y comodidad dentro de una cueva. En nuestro caso, no encontraríamos nada de placer en ello, sino que necesitamos una casa adaptada al momento en el que vivimos.

Ricardo Capponi ABC

Por otro lado, está el placer de permanencia, que es aquello que nos hace sentir integrados en un grupo específico. Este se puede conseguir con bienes materiales –visto con la misma ropa o llevo el mismo peinado– o con el simple sentimiento de permanencia: tener cosas y valores en común con otros. «Este placer tiene tanto peso en la felicidad que importa más lo relativo que lo absoluto», explica el autor en el libro y pone un ejemplo: hay veces en las que una persona prefiere ganar menos dinero si el resto va a ganar menos, en vez de ganar más, pero que los demás ganen incluso más que él.

La segunda parte del libro está dedicada únicamente a los recursos materiales, aquellos que muchas veces concebimos como esenciales en nuestra felicidad y casi siempre nos coartan más que ayudan.

La tesis que defiende Capponi durante el libro es que, al ser la felicidad un derivado del placer, los placeres esenciales nos hacen pensar que los bienes materiales nos traerán felicidad. Pero esto no es así. «Las emociones positivas que brinda, por ejemplo, el dinero duran poco, y las negativas, que provienen de las dificultades y costes de lograrlo, se prolongan en el tiempo», apunta en la publicación el psicólogo, que también hace hincapié en el hecho de que «una pérdida monetaria genera más infelicidad que una ganancia equivalente». Lo resume de manera simple: los recursos materiales provocan infelicidad por las dos vías más nocivas para el funcionamiento mental: la adicción y el estrés.

Los placeres psíquicos

Ricardo Capponi asimismo desarrolla la idea de que, aunque son importantes, la felicidad no solo se obtiene desde los placeres esenciales; también proviene de la obtención de placeres psíquicos. Y estos dependen de nuestra capacidad de enfrentarnos a los desafíos de la vida con suficientes «recursos mentales». Por ello, habla de la importancia de aceptar los sentimientos negativos que tengamos, entenderlos y, de esta manera, poder disfrutar de los buenos.

«Cuanto más preparados estemos para enfrentarnos a estos desafíos, más capacidad tendremos para obtener los placeres psíquicos y, por ende, felicidad», asevera el autor. Habla así del peligro del «mecanismo de supresión» , ese recurso por el que intentamos no tener que sentir emociones negativas, que nos priva de las consecuencias negativas de la vida. Esto desemboca en que «no tenemos una guía capaz de ayudarnos a enfrentar los desafíos que nos humanizan».

Aquí es donde entra en juego la resilencia, la capacidad de reponernos ante las malas situaciones y enfrentarlas con entereza. «Contradictoriamente, tener todo bajo control induce a mayor vulnerabilidad . La volatilidad y el desorden benefician la resiliencia, porque activan los recursos con que toda persona cuenta para recuperarse de ataques y desajustes no excesivos», explica el autor.

Todas las ideas del libro conducen a un lugar: «La felicidad no se puede construir de la nada». Por ello el autor advierte sobre los libros de autoayuda, que venden la idea de que se puede obtener fácilmente. Pero no solo esto, también opina que este tipo de pensamiento muchas veces nos insta a seguir los consejos de otros para asentar nuestro propio bienestar. «No podemos apropiarnos de la experiencia de terceros, en la felicidad no hay carroñeros . Tarde o temprano, como todo lo construido deshonestamente, se vendrá abajo», comenta y termina: «Así como en la vida material la obtención de bienes no se improvisa ni se hurta, en la salud mental tampoco».

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