El Atlético, eufórico tras pasar a cuartos en la tanda de penaltis
El Atlético, eufórico tras pasar a cuartos en la tanda de penaltis - óscar del pozo
LIGA DE CAMPEONES

El Atlético triunfa en una caldera de emociones

En un partido vivido al límite por jugadores y aficionados, los de Simeone se sobreponen a las lesiones y la falta de puntería y se clasifican en los penaltis

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Atlético1 (3)900 (2)B. Leverkusen

Realmente fue imposible silenciar un solo minuto al Calderón, tal como pidió en la víspera el maestro de ceremonias, Simeone, que oficia una especie de rito laico desde la banda haciendo el molinillo con los brazos, aplaudiendo, provocando. Y eso que hubo tiempo extra, más esfuerzo para todos. Elevado sobre el griterío de su hinchada, desde el vuelo de papelitos y agitación de bufandas con que se abrió el telón hasta la apoteosis final, el Atlético vivió una noche mágica y quebró de un plumazo la mala costumbre de no ganar en la que se había instalado el último mes. En un partido disputado al galope, intenso y vibrante, se sobrepuso a las lesiones y derrotó al Bayer Leverkusen sufriendo hasta la tanda de penaltis

(nunca Simeone había dado la vuelta a una eliminatoria desde que ocupa este banquillo) y ya está entre los ocho mejores equipos de Europa, fiel a su prestigio como subcampeón de este torneo que todavía es. Con la Liga complicándose cada jornada, nadie duda de que esta es la gran aventura del curso. Con su estadio convertido en una caldera de emociones, el equipaje para hacer camino es esperanzador. [ Así hemos contado el partido]

Sorprendió Simeone con la puesta en escena de Cani, un jugador que apenas ha contado con minutos desde que llegó en el mercado de invierno. Sacrificó a Gabi y puso a Koke como mediocentro. ¿Ataque de entrenador? Cani empezó en banda izquierda, pero intercambió su posición con Arda. Firmó una actuación discreta y fue sustituido tras el descanso por Raúl García.

El Leverkusen, vestido con piel de cordero, presionó la salida de balón y fue un lobo al contragolpe. La camada es joven, pero está preparada para no dejarse amedrentar por el escenario ni por el rival. Los Bellarabi, Çalhanoglu y Son saben como hacer daño a un rival metido en urgencias. La precipitación del Atlético fue un arma más de los alemanes en el arranque del encuentro, donde los rojiblancos perdieron la pelota con mucha facilidad, y en ocasiones demasiado cerca de su área. Así llegó el primer susto en un remate de Son que despejó Mandzukic cuando Moya parecía batido. El propio delantero coreano, el más incisivo de los suyos, desperdició una buena contra adelantándose demasiado el balón. Al salir el meta a desactivar el peligro, se lesionó. Apenas habían transcurrido veinte minutos de juego cuando Oblak tuvo que suplir a su compañero.

El fútbol es caprichoso. No tenía buena pinta lo que se estaba viendo sobre el campo, con el público tragando saliva en cada arrancada del Leverkusen, cuando Mario Suárez cazó un rechace en la frontal; su disparo rebotó en un defensa y acabó superando a Leno. El gol desconcertó a los alemanes, que permitieron que el subidón del Atlético. Arda asistió con calidad a Mandzukic entre líneas, pero el delantero se entretuvo demasiado y su marcador evitó el remate. El croata, trabajador pero molido por los defensas, no tuvo opción para acabar con su mala racha, lastrado además por problemas físicos. Una sucesión de saques de esquina agobiaron al Bayer, que alcanzó el descanso con alivio después de haber tenido un arranque prometedor.

Mandzukic volvió medio cojo, pero aguantó todo lo que pudo porque su relevo era el último cartucho que le quedaba a Simeone. Apretó de lo lindo el Atlético para tratar de poner tierra de por medio, pero con más corazón que fútbol, y el Leverkusen siguió a lo suyo, tratando de pescar por la vía rápida, con desplazamientos largos y escasa elaboración, ya que uno de sus talentos, Bellarabi, se desconectó del juego. En realidad, el partido bajó varios escalones en la segunda mitad, y la suerte de la eliminatoria quedó en manos de un detalle, de un acto espontáneo de inspiración. Griezmann, que ha perdido algo de chispa en sus últimas comparecencias, lo intentó desde la banda izquierda, pero Arda desaprovechó sus servicios: primero intentó una volea cuando tenía opción de controlar el balón y buscar alternativas; luego dejó de tacón para el remate de un socio que nunca llegó. Los últimos minutos fueron de asalto total rojiblanco, con las gradas rugiendo. Salió Torres por Mandzukic, vacío y ovacionado. Y al poco se llegó a la prórroga.

Esa media hora en la que el fútbol entra de lleno en el terreno del psicodrama y los planes previos dejan de tener sentido. La caldera, lógicamente, entró en ebullición, y fue el empuje de los de arriba lo que alimentó la fe de los de abajo. Pasaron los primeros quince minutos sin novedades, y en el penúltimo trance el Atlético tuvo la primera en las botas de Raúl García, pero Leno demostró su nivel. Torres, con un remate en plancha, también probó fortuna. Al final, la parroquia se encomendó a sus santos, desde Luis Aragonés a Oblak, en cuyas manos estaba el pase. Pero la ruleta rusa a veces hace justicia.

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