PSOE de Andalucía

El sanchismo andaluz afronta dividido el pacto con Susana Díaz

Ferraz no ha tenido un interlocutor único con quien negociar para las diputaciones

Mitin de Pedro Sánchez en Dos Hermanas, en enero de 2017, cuando anunció su candidatura a las Primarias socialistas J. M. Serrano

Stella Benot

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Francisco Toscano, Luis Pizarro, Nacho López Cano, José María Román, Nieves Hernández, Isabel Ambrosio, Francisco Salazar, Carmen Fuentes, Eva Patricia Bueno... Esta lista sería, según la terminología de Susana Díaz, un «batiburrillo» de socialistas andaluces afines a Pedro Sánchez y con los que la Dirección Federal tendría que negociar el reparto del poder en Andalucía. Una lista en la que, además, no están todos los que son.

Porque ese es, precisamente, uno de los problemas de implantación que está teniendo el sanchismo en Andalucía y una de las causas de la victoria de Susana Díaz en el pacto al que ha llegado con Sánchez para las diputaciones provinciales. No hay un líder , una voz única que los agrupe a todos, una persona con la que negociar las estrategias para ir ganando poder orgánico en la federación más importante del PSOE.

El pacto de Susana Díaz con Pedro Sánchez por las Diputaciones provinciales ha sido un jarro de agua fría para los sanchistas, que no esconden su malestar ni en foros socialistas ni en redes sociales pero tampoco ante la Dirección Federal. «¿Cómo vamos ahora a ganar un congreso a Susana Díaz si Pedro le ha dejado todo el poder territorial?» se pregunta, indignado, un referente que suele salir en los medios pero que en este momento pide discreción.

La tensión ha sido tal que uno de estos sanchistas llamó a Ferraz para decir que dejaba todos sus cargos y abandonaba la política. Se le reconvino nombrando a su hombre de confianza para la Diputación, una puerta abierta para tomar el poder en el futuro.

Los sanchistas consideran que han perdido una oportunidad de oro para ir comiendo terreno a los partidarios de Susana Díaz precisamente cuando la lideresa andaluza está más débil . Ahora, en las diputaciones, era el momento oportuno con una Dirección Regional todavía noqueada por la pérdida de la Junta de Andalucía y unos alcaldes que cada vez están más entregados a su líder federal. Pero la expresidenta andaluza sabe jugar muy bien sus cartas y habló seriamente con Pedro Sánchez cuando ambos se vieron en La Moncloa el 27 de mayo. Algunas fuentes aseguran que, por primera vez desde hace años, se miraron a los ojos.

Y Pedro Sánchez claudicó a cambio de algunos puestos en las diputaciones —José María Román (alcalde de Chiclana) será vicepresidente de la de Cádiz, una de las más susanistas— y, sobre todo, a cambio de la paz interna en el partido.

El presidente del Gobierno en funciones no puede dedicarse ahora a apagar fuegos que lo despisten de su objetivo prioritario. No quiere ruido interno y tener las manos libres para pactar con quien considere oportuno y lograr la investidura en las Cortes Generales . Lo de Susana Díaz puede esperar, sobre todo si desde Andalucía se le promete que no se opinará de ningún asunto que se salga de las fronteras de Despeñaperros.

Un acuerdo que sirve a la lideresa andaluza para ganar tiempo y mostrar a su «ejército» que sigue teniendo poder, ya que el PSOE gobernará en seis de las ocho diputaciones andaluzas. Claro que también da margen a los sanchistas para rearmarse de cara a conformar una candidatura alternativa en el congreso ordinario con el que quieren arrebatar el mando orgánico a Díaz. María Jesús Montero es la elegida pero , ¿se placeará tanto por Andalucía como hasta ahora?

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