Un 28F especial

Sergio Pascual, secretario de Organización de Podemos y diputado por Sevilla en el Congreso

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Este no es un 28F cualquiera. Vivimos momentos de tiempo condensado, ese tiempo en el cual se (re)definen normas de convivencia e instituciones que cristalizan y actúan performativamente en una lógica dialéctica con la sociedad que vertebran.

Hace ahora 40 años los andaluces y andaluzas rompieron el molde que se pensaba en Madrid para una España plurinacional a cuatro; Cataluña, Euskadi, Galicia y la “nación de naciones”. Los andaluces dijimos que cuando menos esa España plurinacional lo era a cinco, y lo demás ya es historia.

Afortunadamente los constituyentes de la época supieron leer la demanda popular y admitir la construcción de unas instituciones que han ahormado una comunidad política que hoy lo es más que en 1980, porque sí, las instituciones nos cambian.

Y llegamos al 28 de febrero de 2016 y los andaluces son conscientes de que el modelo territorial está de nuevo en cuestión. En esta tesitura caben tres posiciones. La primera apuntaría al dejar hacer, a que sean otros los que decidan por nosotros, una posición que los andaluces hace tiempo que rechazaron. Gobernar España sin escuchar a Andalucía es una quimera trufada de riesgos para cualquier proyecto de reforma constitucional. La segunda es una posición propia de mentalidades coloniales, aquella que apuesta por poner el pecho por la metrópoli cual si de lanceros bengalíes se tratara. Es aquella postura inmovilista que “se conforma” con el status quo, con la posición subordinada y que no sólo desaprovecha las oportunidades que una redefinición del escenario comportan, sino que además se convierte en el más firme oponente frente a quienes en lugar de problematizar la actualización de nuestras instituciones y fórmulas de encaje a la España de 2016 -y vaya si hemos cambiado- buscan oportunidades de futuro y progreso comunes. Esta posición se corresponde además con aquellas propuestas políticas de mera gestión incapaces de dibujar un horizonte de cambio, un referente social y político para nuestra tierra más allá del “virgencita que me quede como estoy”.

El PSOE pierde en Andalucía pie en cada proceso electoral precisamente porque es incapaz de dibujar esos horizontes comunes para nuestra tierra que sean capaces de movilizar la energía social en pos de un futuro común superador. Sólo así se entiende que en un momento en el que se define el modelo territorial, Díaz no haga de la necesidad virtud y se olvide de demandas históricas del Pueblo andaluz, como las competencias sobre nuestro río Guadalquivir, el desequilibrio en las inversiones de infraestructuras -que han relegado al aislamiento a nuestro puerto de Algeciras, por ejemplo-, así como otras que han supuesto duros golpes a nuestro autogobierno en materia de vivienda o de política fiscal.

Necesitamos una Andalucía que se ponga al frente del proceso de redefinición territorial en beneficio de los andaluces y las andaluzas, que recoja el espíritu del 4D y del 28F y, como diría Fanon, se sacuda la mentalidad del colonizado, reclamando este autogobierno que recoge nuestro Estatuto. Los andaluces y andaluzas somos la única Comunidad que en la calle y en las urnas dejó clara su voluntad constituyente como comunidad política: ya es hora de ponerla en valor.

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