ANÁLISIS

Ciudadanos busca su espacio y su papel en la Junta de Andalucía

Las graves tensiones internas no van a provocar un cisma en el partido naranja ni siquiera en el grupo parlamentario

Marín rodeado de diputados en el Parlamento, discute con el portavoz Sergio Romero RAÚL DOBLADO

Stella Benot

La clave, como en todos los partidos, va a ser encajar todas las piezas del complicado puzzle. Porque la realidad actual del partido que cogobierna en la Junta es que la encuesta que hace un organismo que depende de la propia administración andaluza le da un malísimo resultado electoral, 13 diputados frente a los 21 que tiene ahora en el Parlamento andaluz. Un descalabro en toda regla.

Claro que las lecturas de estos datos, como de todos, depende de quien la haga. Juan Marín argumenta que el resultado de esta encuesta muestra un crecimiento de su formación en los últimos meses, siempre siguiendo los resultados de este barómetro del Centra. Desde el 18,2% de apoyo que lograron en las elecciones de 2018 bajaron alarmantemente hasta el 7,25% y de ahí pasaron al 10,5% y en este último suben hasta rozar el 12%. Interpretaciones aparte, lo cierto es que Ciudadanos se vería superado por Vox en el respaldo de los andaluces en las urnas. Una seria alarma roja.

Con todo, lo peor no son las encuestas sino la sensación que tienen los cargos electos de Ciudadanos de que han perdido el apoyo de los votantes. «Somos irrelevantes», «nadie sabe qué hacemos», «no dejamos nuestra impronta », son algunos de los comentarios de quienes, por cierto, tienen la responsabilidad de llevar el mensaje de su partido por Andalucía.

Porque hay crisis en Ciudadanos en Andalucía. Es clara, evidente e incuestionable. Pero no porque haya peleas o discusiones en las reuniones del grupo parlamentario sino porque saben que tienen menos de dos años para convencer a los andaluces de que su trabajo es útil para ellos. Y, lo peor, porque no se ponen de acuerdo en cómo hacerlo.

La nueva dirección del partido en Andalucía –decidida por Inés Arrimadas y pactada con Marín, que está rodeado de críticos en el núcleo duro– busca dar un giro a sus políticas, alejándose de la propuesta de Albert Rivera . Ahora, Ciudadanos es el centro, centro, y por eso pacta con el PP y el apoyo de Vox en la Junta y con Juan Espadas, alcalde del PSOE, en Sevilla.

Una buena parte de los críticos internos censura que Ciudadanos no está sabiendo rentabilizar su presencia en el Gobierno andaluz. El perfil técnico y no político de muchos de sus consejeros – Rogelio Velasco, Rocío Blanco y Javier Imbroda – hace que la gestión sea lo prioritario. En el otro extremo están Juan Marín –a quien culpan de esta falta de visibilidad– y Rocío Ruiz , la consejera de Igualdad que llegó a postularse como sucesora de Marín. Ahora está en un perfil mucho más bajo tal vez por prudencia política al comprender que el reto estará en las primarias para elegir el candidato a la Junta, que no serán hasta pocos meses antes de las elecciones autonómicas.

El secretario de Comunicación de Vox Andalucía, Guillermo Díaz , considera que hay una «contradicción» en esas críticas ya que una de las señas de identidad de Ciudadanos, «fue dar entrada a la sociedad civil, a los perfiles técnicos para que llegaran al poder. Entonces, ¿buscamos el perfil técnico del Gobierno o apostamos por los políticos?».

La purga

En medio de este escenario están las batallas internas que, si bien erosionan a los grandes partidos, se ceban mucho más con los de nuevo cuño. Está pasando en Adelante Andalucía y en Ciudadanos. La salida de Fran Hervías de los puentes de mando de Ciudadanos , donde era además el todopoderoso responsable de la organización interna, provocó un terremoto que todavía sigue teniendo réplicas. Sobre todo porque cuando las aguas se habían calmado, Juan Marín se descolgó con la remodelación del Gobierno andaluz y cambió el Instituto Andaluz de la Juventud de manos. De Rocío Ruiz a Rocío Blanco.

El relevo en los cargos internos de este organismo de la Junta –con un importante peso político aunque pueda sorprender a los profanos ya que tiene estructura en todas las provincias y encima reparte subvenciones– ha supuesto la salida de facto de todos los partidarios de Hervías. Una «purga» según su criterio expresado en Twitter... y apoyado por el portavoz parlamentario Sergio Romero . Y un nuevo terremoto que ha provocado derrumbes internos.

Hay un dato revelador en esta guerra. El grupo parlamentario de Ciudadanos no está dividido en dos como quieren hacer creer algunos, los partidarios de Juan Marín y los que censuran su gestión , sino en tres partes. Porque hay un grupo de diputados que no quiere alinearse con ninguno de los dos bandos: trabajan en sus respectivos asuntos sectoriales y son, eso sí, todos de Inés Arrimadas.

Sin ruptura a la vista

Algunas fuentes afirman que la única salida a la tensión que se está viviendo –y que tiene consecuencias negativas en la actividad política– es el cese del portavoz parlamentario, Sergio Romero. Precisamente ayer Marín desechaba esa idea. «Sería completamente absurdo», aseguraba en la Cadena Ser, al ser preguntado sobre si le habían pedido su dimisión. Otras fuentes señalan que el camino es la senda que marca este sanluqueño, aunque parece que todo terminará ahí porque salvo sorpresa mayúscula, el grupo parlamentario no se va a romper . Los 21 diputados de Ciudadanos seguirán su tarea parlamentaria como hasta ahora, algunos con luces, otros con sombras y, los más, con ambas, apoyando al Gobierno andaluz y siguiendo estrictamente las órdenes que vayan llegando.

Porque hay otra realidad incuestionable. El grupo de Ciudadanos en el Congreso, que cuenta sólo con diez escaños, tiene mucha visibilidad en toda España . ¿Quién es entonces responsable de que los 21 diputados andaluces en el Parlamento estén diluidos?

Todas estas variables obligan a Marín a buscar su propio espacio. A convertirse en un referente para los andaluces... aunque sin pisar los callos de sus socios de Gobierno. Porque una cosa tienen clara todas las familias del partido, el Gobierno de la Junta es sagrado e incuestionable . Hasta ahora no se ha producido ningún roce digno de mención, ninguna crisis aguda, aunque sí es cierto que hay tensiones y no todo es una balsa de aceite. Pero Marín se entiende muy bien con Bendodo. Por cierto, también con Ignacio Aguado.

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