El rey de los «topos» del tabaco que «sepultaba» a sus trabajadores fue detenido entre sartenes

Es un británico fugado de prisión en 2018, que vivía en Málaga capital y que se descolgó de un sexto piso por una canaleta

La Guardia Civil descendiendo al zulo donde estaba el tabaco Francis Silva

J.J. Madueño

Los tenían sepultados, sobre ellos un picadero de caballos, que era una tapadera legal para una fábrica tabaco clandestina a cuatro metros bajo tierra. Seis «topos» ucranianos en condiciones infrahumanas y al borde de la asfixia elaboraban una falsificación de la marca inglesa Cartel para asegurar beneficios millonarios a sus jefes, que vivían a todo tren en Málaga capital y Marbella. Uno de los reyes de esta banda era un británico de 30 años. Vivía en el Soho, junto al Puerto de Málaga, en un sexto piso. Dentro de un bloque en el que tenía programada su huida.

Había escapado de prisión en Reino Unido en 2018 durante un permiso penitenciario y no quería volver. Cumplía trece años de condena en Hatfield Lakes en Yorkshire, tras ser detenido al desmantelar un laboratorio de anfetaminas en Doncaster. Usaba nombre falso y sabía que, si la Policía volvía a llamar a su puerta, debía tener una vía de escape para no volver a la cárcel.

Por eso, se dio a la fuga cuando la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil llegó a su vivienda. Finalmente, lo detuvo oculto entre las sartenes de la cocina de un hotel de la zona , después de protagonizar una huida sacada de una película de acción. «Nos hizo el Spiderman» , explica uno de los agentes del operativo. Cuando abrieron la puerta, este británico de 30 años salió por una ventana del piso y se colocó en la cornisa del edificio.

Pasó tres pisos de forma lateral por el saliente de la fachada y en el cuarto entró en casa de una vecina , que tuvo un ataque de nervios al ver a este hombre cruzar su domicilio con decisión hasta el ojo patio. Allí se descolgó por una canaleta hasta bajar las seis plantas. Después salió y se fue para un hotel, donde se ocultó en la cocina, tapado por unas sartenes . Es donde lo encontró la Guardia Civil.

Más tranquila fue la detención de su socio, también británico y que estaba en Marbella en una casa por la que pagaba un alquiler de 10.000 euros al mes . A los trabajadores clandestinos les abonaban 3.000 euros mensuales por su labor enterrados en la sierra de Monda, pero la actividad de aquel «búnker» le granjeaba unos beneficios que llegaban a los 1,5 millones de euros mensuales. Cuantías que le permitieron, según los investigadores, comprar una nave en Málaga pagando más de un millón de euros en mano.

Además, era un negocio familiar . El picadero de caballos, que servía como tapadera, lo llevaban dos hijas de uno de los reyes de los «topos» del tabaco, que no fueron detenidas. Sí lo fue uno de los hijos del detenido en Marbella por ser uno de los supuestos supervisores de la fábrica clandestina que tenían montada en Málaga.

Los «topos» eran trabajadores expertos de tabacaleras en Europa del Este, que manejaban maquinaria industrial sacada de factorías de Polonia o República Checa, pero también había ingenieros, mecánicos y hasta un lituano que había estado relacionado en Holanda con otra fábrica clandestina de tabaco y que sabía cómo gestionarlas.

Era un lucrativo negocio basado en la falsificación de una de las marcas más conocidas de Reino Unido y sin escrúpulos, porque ocultaron que había seis personas enterradas sin aire a la Guardia Civil con tal de salvar la primera fábrica «underground» de tabaco ilegal de Europa.

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