Fiesta en uno de los clubs de playa de Marbella
Fiesta en uno de los clubs de playa de Marbella - ABC

Las fiestas de lujo de Marbella, en peligro por la ley antiblanqueo

Las empresas deben facturar a los clientes los cargos superiores a 1.000 euros, lo que ya genera problemas

MÁLAGA Actualizado: Guardar
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Grandes yates anclados a 200 metros de la playa, mientras sus inquilinos se divierten en el interior de los «beach club» de Marbella. Servicios de aparcamiento para los deportivos de gran cilindrada, cuerpos esculturales al sol, trajes de baño de diseño, pistolas que disparan champagne y botellas que sobrepasan el millar de euros rociadas entre la multitud. Las cuentas de unas de las camas balinesas de estos lugares podrían aligerar la carga de más de una hipoteca de una familia de clase media. Es el dispendio que nutre el mito de Marbella y que la nueva normativa contra el blanqueo de capitales, puesta en vigor desde el pasado 1 julio por el Gobierno de España, puede poner en peligro.

«No lo va a hacer en este año. Es algo nuevo y los efectos negativos pueden verse el año que viene, si el cliente no se siente cómodo con las exigencias», revela Ana Lucía Alonso, directora de Marketing de Ocean Club.

En la mayoría de los casos la nueva legislación es «tomada a broma» por los clientes cuando se les explica. «La mayoría se ríen y se marchan sin dar los datos. Sólo una persona se lo ha tomado mal y se ha cabreado en este tiempo», señala Alonso. La Administración exige que los gastos superiores a 1.000 euros vayan acompañados de una emisión de factura, por lo que los clientes deben ser identificados para hacerles el documento. «Es un problema. Algunos nos han dicho que ya no vuelven», advierte René Schäfer, gerente de Nikki Beach, que cuenta como en su local tienen la nueva ley traducida a varios idiomas para dársela a los clientes.

«No lo entienden. Creen que dudamos de la procedencia su dinero», indica Schäfer, que señala que ya ha habido problemas a la hora de cumplir con la legislación. «Ya hemos tenido gente que, tras estar todo el día de fiesta, al ir a abonar la cuenta y pedirles sus datos personales se han cabreado y han amenazado con no volver más», apunta el gerente de Nikki Beach, quien asegura que son personas que han llegado a pagar una cuenta de 10.000 euros con una tarjeta de American Express, donde aparecen identificados.

Los efectos pueden ser amortiguados porque hay un descenso significativo de los pagos en metálico en la ciudad. «Por seguridad, no se suele pagar con dinero para no llevar grandes cantidades encima. La mayoría de los clientes abonan las cuentas con tarjeta, donde aparecen sus datos», recuerda Olivia Valère, que tiene varios locales de ocio en la ciudad, entre ellos NAO, un «beach club» en la montaña. «Los clientes reciben la factura cuando hacen el pago», añade la empresaria, que asegura que en sus locales es muy difícil ver grandes consumos abonados por una única persona.

Dividir la cuenta

«No tenemos clientes rusos o árabes, que son los que suelen gastar 40.000 euros en una cuenta», indica Valère, que explica que en su discoteca, restaurante o club cuando se dan esas cantidades de gasto es porque hay una estrella invitada para pinchar o cantar. «Pero en ese caso la venta de las mesas se hace mediante reserva, por lo que el pago se efectúa previamente y con tarjeta de crédito», afirma Olivia Valère. Las empresas ya han agudizado el ingenio para solventar el problema. Entre las medidas tomadas para evitar enfados en la clientela está el hecho de dividir la cuenta o incluso no cobrar todo al final de la estancia, sino ir abonando en varias ocasiones para que no se excedan los 1.000 euros.

«Es un problema que no va a afectar sólo a los clubes de fiesta. Si esto sigue así, al final puede afectar a todos los servicios de lujo que se ofrecen en Puerto Banús», remarca Ana Lucía Alonso, que añade que esta medida también acabará haciéndose notar, si se destapa como un problema, en las tiendas de las grandes de firmas de Marbella y en aquellos servicios que van dirigidos a los clientes del más alto poder adquisitivo que hay en la ciudad.

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