Los asentamientos chabolistas, la cara oculta del campo onubense

Cientos de inmigrantes que trabajan en la agricultura viven en infraviviendas como las que fueron pasto de las llamas recientemente

Un inmigrante camina por un asentamiento chabolista de Huelva Alberto Díaz

M. Rosa Font

Acaba de volver a casa tras una incursión de poco más de tres meses en Salamanca, donde la fresa ha comenzado a abrirse camino. Mamadou T. deja la bicicleta en una de las chabolas de entrada al asentamiento , junto a otras con algunas ruedas rotas y manillares que se sostienen con cinta adhesiva ,y varias filas de bidones con agua. Parece la zona de aparcamiento y almacenaje. A unos pasos, una pila de sillas arracimadas —de tamaños y colores diferentes— desde donde parten callejuelas con casas a ambos lados.

Mamadou (originario de Mali) vive aquí, en una comunidad de unas 30 o 40 personas, desde hace más de una década, la mitad del tiempo que lleva en España. En momentos puntuales del año, se supera el centenar de residentes en este mismo lugar.

El asentamiento del «Hotel Portugal» figura entre los registrados por las ONG que trabajan en el campo de la migración en Huelva. Cruz Roja cifra en 32 campamentos chabolistas los que se distribuyen en estos momentos por los principales núcleos agrícolas de la provincia, desde Lepe, en la Costa occidental, a Palos, Moguer, Mazagón y Lucena del Puerto, en el cinturón de Doñana.

Las entidades estiman más de 700 inmigrantes viven en estos barrios de madera, cartón y plásticos durante todo el año. Las cifras se disparan en los momentos punta de las campañas agrícolas, de forma especial durante la recogida de frutos rojos. Solo este año, Cruz Roja lleva 4.417 asistencias. Cáritas Diocesana contabiliza a estas alturas 1.290 personas, con un total de 17.000/18.000 asistencias directas.

Una voz en off reclamando derechos

«Lo de Lepe ha sido un llamamiento del colectivo, una voz en off reclamando derechos». Rocío Pichardo, de Cruz Roja, se refiere a la protesta que hace dos semanas protagonizaron cerca de 200 inmigrantes en el municipio onubense para pedir viviendas, después de que un devastador incendio arrasara el mayor asentamiento de Lepe y de toda la Costa, ubicado a espaldas del cementerio . «La Urba», como se le conoce, llegó a configurarse como un pequeño poblado en el que han convivido personas de hasta 18 nacionalidades diferentes.

La manifestación de los afectados por el incendio vino a dar visibilidad a una realidad consolidada en los campos de Huelva desde hace más de una década, con el aviso constante de las entidades sociales. Salvo para las ONGs y los ayuntamientos -en este caso el de Lepe- la realidad de los asentamientos permanece oculta en segundo plano en el día a día, y estalla para salir a la luz solo a golpe de incendios o de sucesos violentos.

«A pesar del trabajo de las entidades a lo largo de los años, el problema se ha cronificado, no es de ahora», subraya un técnico de Cáritas Diocesana, Juan Manuel Breva . Los primeros asentamientos se detectaron hace la friolera de 20 años y dejaron de tener un carácter temporal. «Han cambiado algunos aspectos —explica—. Antes, la campaña tenía un comienzo y un final. Ahora son cultivos encadenados y los temporeros se quedan ».

El último informe de la Mesa de la Integración estima que en torno a un 74 por ciento tienen su situación administrativa regularizada,

De hecho, en contra de la creencia generalizada de la situación irregular de los ocupantes de estos asentamientos, el último informe de la Mesa de la Integración estima que en torno a un 74 por ciento tienen su situación administrativa regularizada, un tres por ciento no posee la documentación y el 23 por ciento restante, en términos aproximativos, se encuentra esperando a cumplir con los requisitos necesarios para regularizar su situación.

Papel mojado

El revuelo por los acontecimientos de Lepe no es nuevo para las entidades: se produjeron de la misma forma, al mismo ritmo, en ocasiones anteriores y las medidas o propuestas quedan las más de las veces en papel mojado.

«En Huelva, con la realidad económica que tiene por el peso de la agricultura, no hay recursos alternativos de vivienda », incide Breva, una carencia a la que se suman las dificultades para alquilar a las que se enfrenta este colectivo. «No tienen donde vivir».

Lepe, municipio en el que se han llegado a contabilizar hasta 12 núcleos chabolistas de jornaleros —que trabajan tanto en fincas del municipio, como de pueblos de alrededor e incluso en Portugal—, ha venido haciendo frente a la situación. «No tenemos competencias ni en materia de Inmigración ni en Vivienda. Los alcaldes nos sentimos solos ante el problema y si no se le da un tratamiento, llegará un momento en que nos pueda desbordar si no está ya desbordado» , se lamenta el regidor de Lepe, Juan Manuel González.

González está llamando de nuevo a todas las puertas, desde el sector empresarial, consiguiendo reubicar a la mitad de los afectados por el incendio, mientras el Consistorio acoge de forma temporal a unas 70 personas en un pabellón municipal de deportes, hasta la Junta de Andalucía y Gobierno central y ha impulsado una cumbre de alcaldes de la Costa para concretar medidas para erradicar el chabolismo.

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