Crónicas de Pegoland

Corriente continua

Normal que la gente abra la boca en Cruz Conde: es el milagro de la electricidad

Jornada inaugural del espectáculo de Cruz Conde Valerio Merino
Rafael Ruiz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En un pueblo remoto francés, el ingeniero de una central nuclear pulsa el botón para que el combustible se adentre en el reactor. Gracias al procedimiento físico que allí se produce, la fisión, los átomos del uranio se dividen generando una barbaridad de calor , que calienta un circuito de agua que se recomienda no beber. Ese chup chup de olla, como un cocido pero a lo bestia, acaba siendo vapor de agua que a su vez alimenta una turbina que genera, sorpresa, electricidad.

Esa energía telúrica, descrita por alguno de los hombres y mujeres más listos que parió madre, atraviesa los Pirineos cuando en España nos falta generación. En lo que se tarda en decir Pamplona, la corriente descrita recorre una gran cantidad de kilómetros por los cables de alta tensión que son un monopolio del Estado pasando por ciudades, polígonos industriales y lupanares.

Es llegar a la subestación de La Lancha, pongamos por caso, y esa electricidad de alta tensión se convierte en algo domesticado, de media, donde viaje por otros cables por hasta el centro de Córdoba. Allí, unos transformadores aún más chiquitos la convierten en fluido de 220, casero y amable. El que hace funcionar los braseros que nos calientan los bajos, el que hace que las cervezas estén fresquitas y el agua de la ducha salga conforme marca el regulador.

Y esa corriente llega a la calle Cruz Conde para convertirse en chin pum. La fascinante humanidad que consiguió domesticar el átomo, que logró que unas placas mirando al sol sirvan para dar luz, que unos postes eólicos nos permitan estar calentitos y que el fruto de una explotación de gas argelino, unida por una tubería que cruza el Mediterráneo, acabe en centrales de ciclo combinado para beneficio de las eléctricas, termina en una instalación ornamental que ocupa toda la calle con no sé cuántas miles de bombillas. Allí acaba en una tecnología que hace que el circuito de corriente continua se cierre y se abra de forma rítmica al son de Mariah Carey , mal rayo la parta. Todo ello ocurre en apenas unos segundos, movilizando el esfuerzo y el conocimiento de cientos o miles de personas.

Sinceramente, no me extraña que la gente vaya a Cruz Conde y mire al cielo con la boca abierta. Si lo piensan, es luz eléctrica. Pura magia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación