Una pareja se hace un autorretrato con el Puente Romano de fondo
Una pareja se hace un autorretrato con el Puente Romano de fondo - VALERIO MERINO
TODOS LOS SANTOS

El puente rebosa por el casco histórico

Los enclaves de la ciudad con más tirón turístico viven una jornada de frenesí por la gran afluencia de visitas

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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UNA entrada de noviembre que parece primavera para asombro del turista que conoce la ciudad y que sabe que es muy cálida en verano y también bastante fría en cuanto septiembre pasa la página en el calendario.Se extraña, por ejemplo, Manuel Carrascosa, un vecino de Ciudad Real que viene a la ciudad por segundo año consecutivo. «Mal andamos, mal andamos cuando el clima da tantas vueltas: entre el cambio de hora y este sol de mayo no sabe uno por dónde pisa», se queja con un tono de broma. Es poco más del mediodía y las terrazas de la ciudad son ya el mejor termómetro para testar la ocupación hotelera de la ciudad.

En La Corredera no cabe un alfiler; en San Miguel hay que pedir la vez

En la plaza de La Corredera no cabe un alfiler, en San Miguel hay que pedir la vez para sentarse al fresco —es un decir— y en el Bulevar del Gran Capitán son casi más los clientes que miran con cierta ansiedad a quienes están en posesión de un velador que quienes realmente se toman su consumición ante el asedio de los que esperan su turno. En verdad, Córdoba vive un ciclo de fiestas encadenadas que los ciudadanos se han decidido a disfrutar en la calle: la celebración de San Rafael de hace justo una semana dejó un sabor amargo y un regusto de frustración por la lluvia que cayó durante todo el día, sobre todo por la mañana. Así que había desquitarse.

Ahí estaban los alrededores de la Puerta del Puente, llenos sin excepción antes de que el reloj diera las dos de la tarde y el personal se lanzara a la caza de una taberna en la que reponer fuerzas. «Venimos de Valencia: nos ha sorprendido lo rápido que se llega, porque en tres horas y poco estábamos aquí; hemos pasado del Mediterráneo al Guadalquivir y estamos encantados con todo... menos con los problemas que estamos teniendo para encontrar una habitación en un sitio que nos guste, porque no habíamos hecho reserva», comenta María del Mar Asís justo en el acceso principal del Palacio Episcopal.

«Vengo de Móstoles: estamos encantados con Córdoba», dice un turista

Tercia su marido, José María Torres: «Hemos sido unos imprudentes: pensábamos que iba a ser fácil encontrar algo por el centro histórico sobre la marcha, pero lo único que hemos visto libre está cerca de la autovía, y no es plan...». Las previsiones que hacían los hoteleros para este puente de Todos los Santos no eran inciertas pues: auguraban una ocupación del 95 por ciento.

La Axerquía Norte, enclave en el que se concentran buena parte de las iglesias fernandinas, era otro polo de afluencia masiva de turistas. «¿Que si viene más gente de fuera que de aquí de Andalucía? Mitad y mitad diría yo. Pero veo mucho madrileño, mucho catalán y mucho valenciano que ha venido aprovechando el AVE», dice entre prisas y encargos un camarero de la plaza de San Agustín. «Lo suscribo: vengo de Móstoles. Estamos encantados con Córdoba. ¿Aquí hace siempre este buen clima?», interviene por su cuenta y riesgo un padre de familia cercano a los cincuenta años. «Estamos encantados con los patios y con la Mezquita, con el paseo del río: no saben ustedes la ciudad tan especial que tienen. Parece mentira que no tenga más promoción», añade el visitante. El camarero le guiña el ojo antes de marcharse a por la comanda.

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