LA REGADERA

Patios de Córdoba: Maese Luis, 22

Armonía e identidad propia en cada rincón sorprenden en un recinto lleno de detalles

El limonero en espaldera de Maese Luis, 22, uno de sus elementos más hermosos VALERIO MERINO

ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS

Acostumbrados a las imágenes de los patios tradicionales , a veces se nos olvida que visitar un patio es sorprenderse al entrar en casa de una persona y que sus tiempos se muestran a través de su patio como si sobre papel hubiera ido acuarelando a base de plantas, texturas, color y agua. Esto sucede al entrar al patio de la calle Maese Luis, 22 , vecino de la Corredera .

Luisa García llevó a su casa y taller de cerámicas todo lo que de plantas le enseñó su madre desde pequeña y compartió en los años que fue vecina del patio de Marroquíes , uno de los puntales de esta tradición cordobesa. Desde el traslado, sus alegres macetas del barrio de Santa Marina adornan soleadas la azotea, asomándose a las tejas de su patio nuevo -digo nuevo y hablamos de que lo empieza a vestir, más o menos, en 1998, pero ya sabemos que los años en las tradiciones pasan así, volando-. Y se asoman a ver la caída del patio porque en este rincón las plantas igual crecen hacia arriba que caen crecidas en cascada .

Hortensias del patio de Maese Luis, 22 ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS

Así lo hace el sedum , probablemente la planta más especial por poco habitual que cultiva en el patio. Su crecida cae sobre el pozo de luz morada y los cactus que viven en las gotas de cerámica que ella misma elabora, en la esquina que ha llamado «del agua». Escoltan macetas floridas típicas de la tierra hasta derivar en la zona más tropical del patio. Tramo de plantas fuertes y ricas. Generosas aún en su menor flor. Hasta la planta carnívora que nos recibe es más curiosa que agresiva. Tramo de verdes, sienas, maderas y más verdes. Armonía. Siempre armonía e identidad propia en cada rincón.

Guarda el equilibrio de la caída una maceta de clavel cordobés, el clavel reventón , que está a punto de abrirse y perfumar ese patio recogido de plantas ordenadas. Transitan ahora las plantas y flores en alternancia a dos alturas hasta llegar al taller de María Luisa. Sus cristaleras están escoltadas todas por flor. Guarda la entrada del estudio un mazo de hortensias azules , dejando las rosas a modo de zócalo corrido que tornan surfinias y clavel chino, convirtiendo los rosas en la luz del patio aún en la sombra. Y llegamos a la estrella del lugar, el limonero en espaldera , apuesta personal de María Luisa, que enmarca la pared más exquisita.

Apenas se vislumbra un azulejo con San Antonio de Padua con el Niño Jesús en brazos porque está rodeado de macetas floridas y escoltado por dos bandas de begonias en tejas en escalera con base de margaritas. Las delicadas flores blancas. La exquisitez. No dejen de ir. Si no pueden ahora, más adelante. Es uno de esos patios que está abierto más allá del festival.

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