Mirar y ver

Mayo se nos va

No ha habido otro mayo tan esperado como este que está a punto de acabar

Una cuidadora quita las hojas secas de sus macetas en un patio de Córdoba Valerio Merino
María Amor Martín

María Amor Martín

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Mayo se nos va. Nos negábamos a olvidar, como el prisionero del romance, que «por mayo era, por mayo, /cuando hace la calor, /cuando los trigos encañan/ y están los campos en flor, /cuando canta la calandria/ y responde el ruiseñor, / cuando los enamorados/van a servir al amor». Pero mayo se vio obligado por las circunstancias a hacerse de rogar y, hostigados por la impaciencia, una explosión de vida incontenible ha recorrido cada uno de los días del mes.

No ha habido otro mayo tan esperado como este que está a punto de acabar. Se ha vivido con intensidad extraordinaria, siendo tomada la calle, adornada con flores y convertida en escenario de la tan necesaria alegría, por una multitud deseante de recomponer más de un sueño roto, apostando sin excepción por todos los eventos con la afluencia masiva a un peregrinaje obligadamente querido, desde la cata, las romerías, las cruces y los patios hasta la feria , agradecidos por los muchos visitantes, la alta ocupación hotelera y la recuperación turística. Ha sido también el mayo de las muchas bodas, de los reencuentros y la s celebraciones de vidas aplazadas y pospuestas.

Nos ha sorprendido un mayo de paréntesis ilusorio del cese de la incertidumbre por la guerra, la luz, la inflación y otros dolores. Un mayo apacible, sin disidencias, con menos crítica que de costumbre, tan aficionados como somos a ella, y más disfrute de lo positivo; con más ganas de valorar lo logrado que de alentar el descrédito gratuito; con más palabras de reconocimiento que de envidia, vicio arraigado, y de desmérito de lo ajeno . Parece que no ha sido en vano el tiempo adverso vivido. Tal vez porque los grandes males traen grandes remedios, hemos aprendido las bondades de dejar de mirarnos el ombligo y de inventarnos enemigos y problemas, quién sabe si porque ante el miedo a perder surgen la inteligencia para desbrozar lo fundamental de lo superfluo y la valentía para ganar la partida.

El mayo más ansiado se acaba sin remedio. Es injusta la relatividad del tiempo: ¡qué rápido pasa lo bueno! Como cantará esta noche sentencioso Fito y Fitipaldis en el Coso de los Califas , mayo se nos va «como el humo de ese tren, como un beso en un portal, antes de que cuente diez».

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