Cultura

Javier Bassecourt, el pintor inspirado por la plaza de Las Tendillas de Córdoba

El artista, cuya presencia ha sido constante los tres últimos años, expondrá en septiembre en la Fundación Cajasol la serie dedicada a este emblemático espacio

Javier Bassecourt, ante uno de sus cuadros en la plaza de Las Tendillas de Córdoba Ángel Rodríguez

Félix Ruiz Cardador

Las Tendillas , centro neurálgico de Córdoba, tiene su clásico paisaje urbano, pero también su paisanaje humano. Bajo la mirada del Gran Capitán cada día pasan miles de personas. Algunas van al trabajo, otras a clase, otras de compras y muchas de paseo. Las Tendillas se dibuja como un microcosmos feliz , de celebración de la vida con sus contrastes, y en él se ha hecho habitual desde hace tres años Javier Bassecourt (Córdoba, 1974), un pintor que un día quedó fascinado por la luz de la plaza y allí instaló su caballete para curiosidad de paseantes y vecinos. Ocurrió en junio de 2018 y desde entonces hasta hoy calcula que ha abordado en torno a un centenar de cuadros sobre este espacio.

A partir del 10 de septiembre, una treintena de estas obras se podrán ver en la sala de la Fundación Cajasol de Ronda de los Tejares, en una de las exposiciones que significarán el comienzo de la temporada. Según explica Bassecourt, la muestra llevará por título ‘Ágora’ e incorporará obras de diversos formatos, realizadas en óleo sobre tabla o lienzo. «Sé que el ágora de la Córdoba romana no estaba aquí, pero Las Tendillas sí que son el ágora contemporánea, un lugar de paso, de reunión y de encuentro en el que nunca dejo de descubrir cosas nuevas», explica este artista con estudio en el barrio de San Pedro y formado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.

Bassecourt recuerda que la plaza ya apareció de forma puntual en algunas exposiciones individuales, como ‘Presencia de ausencia’ o ‘Kaos’, que se pudieron ver en 2006 y 2009 en la desaparecida galería Carmen del Campo .

Detalle del trabajo de Javier Bassecourt Ángel Rodríguez

«Todos los cordobeses pasamos por allí y nos llama la atención», explica el pintor, que aclara que el chispazo que dio lugar a esta serie surgió en las postrimerías de las primavera de 2018 . «Una tarde iba dando un paseo por Claudio Marcelo y me quedé mirando el atardecer de Las Tendillas, su luz», explica. Sin tardanza, comenzó a hacer bocetos y recuerda que a partir de ahí comenzó a trabajar de forma compulsiva, algo que en él es habitual cuando encuentra algo que le inspira.

«Le cogí cariño a esas vistas, a las puestas de sol», recuerda. Así comenzó este proceso que lo ha llevado a convertirse en un elemento más de la plaza durante estos tres años de trabajo, en los que no ha faltado ni en los días de lluvia ni en los de calor, pues siempre trabaja al natural. «Si pintas en base a una foto tienes que insuflarle vida, pero si lo haces al natural la vida está ahí y tienes que crear eligiendo entre esas luces que cambian , porque el filtro eres tú», resume.

El pintor, durante su trabajo en Las Tendillas Ángel Rodríguez

Trabajar al aire libre, pese a lo inspirador que pueda resultar, también significa hacer frente a la cambiante climatología que se sucede a lo largo del año. El artista explica que para él lo peor no es el inclemente calor de estos meses veraniegos. Tampoco la lluvia, que le trae días «grises y de luz matizada». «Hay zonas de la plaza más calurosas y más frescas y es cuestión de aprender a situarse según la estación », señala. Lo que no soporta Bassecourt es el viento, que le mueve el caballete, lo hace vibrar, y le pone nervioso. «Cuando empieza el viento recojo y me voy», explica el pintor, que también agradece la solidaridad de los vecinos de la plaza, que en los días lluviosos le han ofrecido sus casas y trasteros para guardar sus materiales de trabajo y la obra en proceso.

Su presencia en Las Tendillas durante tantísimos días le ha dejado al artista numerosas anécdotas. Cuenta Bassecourt que en estos tres años ha visto cambiar este entorno. «Cuando comencé pinté la Casa Colomera en obras o el quiosco de palomitas, que ya no existe», explica.

Uno de los cuadros terminados por Javier Bassecourt sobre la plaza de Las Tendillas ABC

También se siente satisfecho de haber podido pintar abierto y repleto de revistas y periódicos el histórico quiosco de prensa de la familia Camacho , cerrado hace unos días, o las reformas de edificios emblemáticos como la Unión y el Fénix o el Hotel Boston.

La pandemia también ha tenido su presencia en este largo proceso, ya que obligó al artista a no poder acudir a su cita durante meses. En lo que se refiere a los cuadros, ha dejado el t estimonio de las mascarillas . En las primeras obras de la serie ‘Ágora’ no aparecían y en las últimas han sido inevitables.

«Si pintas al natural la vida está ahí y tienes que crear eligiendo entre esas luces que cambian»

Pero lo que más destaca Bassecourt de este largo periodo de trabajo en la plaza es lo que podríamos denominar el factor humano . Es decir, la relación que ha entablado con «camareros, mendigos o policías». Cuenta que Las Tendillas, más allá del flujo de gente, tiene su propio paisanaje habitual.

Se establecen vínculos de amistad y redes de ayuda. «Yo me siento orgulloso de que allí me hayan admitido como uno más», explica el pintor, que señala que es habitual que le lleven un café o agua cuando está pintando , del mismo modo que él ha echado una mano cuando se ha necesitado.

Javier Bassecourt trabaja en una de sus pinturas Ángel Rodríguez

Bassecourt lamenta la muerte reciente de Manolo ‘El Gorrión’ , un vagabundo que ha estado instalado durante años en la plaza y con el que charlaba a menudo. «Él me traía café y yo le invitaba a comer», explica con nostalgia, a la que se une la añoranza por algunas personas mayores habituales de la plaza que aparecieron en algunas de las primeras obras y que han fallecido durante la pandemia.

De todo este proceso, de sus contrastes y sus luces diversas, quedarán como testimonio los cuadros que en apenas un mes se podrán disfrutar en Cajasol y que se conforman como una especie de diario pictórico de Las Tendillas . Como un retablo de la intrahistoria de una ciudad en su centro neurálgico y en un cambio de década marcado por la inestabilidad y la pandemia. Un álbum pictórico que vibra al ritmo de esa vida diaria que con paciencia amanuense ha plasmado ya para siempre Javier Bassecourt.

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