PATRIMONIO

El derrumbe en la muralla romana vuelve las miradas hacia el abandono del Casco Histórico de Córdoba

Colectivos vecinales y plataformas ciudadanas vienen alertando sobre el pobre estado de conservación de la zona patrimonial

Vivienda abandonada en la calle Armas VALERIO MERINO

Irene Contreras

El derrumbe de un muro en la calle San Fernando , que se llevó el martes por delante parte del cerramiento moderno de la casa de los Herruzo y los sillares de la antigua muralla romana, ha vuelto a poner el foco sobre un problema del que vienen alertando desde hace años colectivos vecinales y plataformas ciudadanas. Mientras la mesa creada por la Delegación del Casco da sus primeros pasos para llevar a la Unesco un plan de gestión que conserve la zona y haga sus usos compatibles con la vida en un proceso que puede dilatarse años, el Casco Histórico de Córdoba se enfrenta a las consecuencias de un estado de abandono que no hace más que extenderse.

El diagnóstico más completo lo publicaron hace apenas un mes la la asociación vecinal La Medina y el colectivo Iniciativa 20-30 tras un exhaustivo análisis sobre el terreno que aportó un titular muy ilustrativo: los solares y casas vacías del Casco Histórico de Córdoba ocupan nueve veces el espacio del estadio municipal del Arcángel. El total de inmuebles abandonados o ruinosos y solares vacíos en la Medina y la Axerquía suman 90.000 metros cuadrados. Como contrapunto a este estudio, las organizaciones firmantes proponían una serie de medidas que se podían poner en marcha para salir de esta situación.

También la asociación Centro Histórico ha denunciado reiteradamente el estado de abandono que presentan bienes patrimoniales como la noria de la Albolafia, todo un emblema de Córdoba, o la mala imagen que presentan enclaves turísticos c omo la calle Armas , que conecta la Corredera y el Potro, o las propias murallas. Incluso entidades privadas han dado la voz de alarma y planteado iniciativas para frenar el deterioro y sacar brillo tanto a la zona Patrimonio de la Humanidad como a su entorno. Un ejemplo es el Festival de las Callejas , que en sus dos ediciones ha tratado de adecentar los adarves de la ciudad, destacando su valor urbanístico e histórico y la necesidad de preservarlos para el futuro.

Todo ello en un contexto en el que los vecinos denuncian que el «escaparate» en el que se está convirtiendo el Casco está expulsando a los vecinos de lo que un día fue un barrio con vida de barrio y poco a poco está quedando reservado al uso turístico. Las casas vacías y los solares tapiados se expanden por el Casco sin medidas de corrección en una zona donde los habitantes resisten y los visitantes buscan la belleza de una ciudad milenaria entre la ruina y el escombro.

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