LUTO

El cordobesismo llora la muerte de Reyes

El utrerano se convirtió en leyenda blanquiverde tras seis meses de estancia en El Arcángel

Los aficionados aclaman a Reyes Valerio Merino

A. D. Jiménez

José Antonio Reyes, fallecido ayer, apareció por sorpresa en Córdob a el 30 de enero de 2018. Fue el gran golpe de efecto de Luis Oliver , quien, por entonces, tenía el encargo de edificar una plantilla que obrara un milagro en la lucha por la permanencia. El simple hecho de mencionar el nombre del utrerano supuso un tsunami en la ciudad y se empezó a creer de verdad que el reto no era una quimera.

Internacional con España , ganador de títulos con equipos del calibre del Real Madrid, Atlético, Sevilla o Arsenal , se presentaba como un gran reclamo, aunque de primeras su estado físico generó dudas. Porque Reyes, tras su paso por el Espanyol , estuvo seis meses sin jugar y ese peaje era un lastre de más para un equipo que necesitaba resultados inmediatos.

Sin embargo, Reyes no perdió la sonrisa . En ningún momento. Y a partir de ahí todo resultó más fácil. Además, le acompañaba casi siempre su familia, un soporte fundamental para él . De hecho, su fichaje por el Córdoba ilusionó especialmente a su padre seguidor del Betis, ya que por fin lo iba a ver vestido de «blanco y verde».

En lo deportivo, a Reyes le costó. Jorge Romero, entrenador que estaba entonces al frente del Córdoba, le dio los primeros minutos ante el Barcelona B . Se le adivinaba la calidad, pero le faltaba el tono físico que fue pillando a lo largo de las semanas. De hecho, el florecimiento de su juego tenía impacto directo en la reacción del Córdoba en la Liga. Y prueba de ello fue que en una serie de cuatro victorias seguidas, Reyes se erigió en protagonista.

Ante el Valladolid ya jugó como si no hubiera un mañana, secuencia que siguió en los partidos ante el Alcorcón y el Nástic. Tal vez, no estaba para 90 minutos, pero lo que ofrecía era de rango casi inigualable. En esa fase, fue cuando comenzó la sociedad con Aythami , a quien asistió dos veces para hacer goles por valor de seis puntos. Eso sí, en su particular hoja de ruta le faltaba el gol.

Lo consiguió de penalti ante el Huesca. Pero no era algo que le obsesionara. Reyes estaba para pedir el balón, para jugarlo. Hizo otra sociedad con Álvaro Aguado . Y es que la forma de entender el asunto del jiennense le resultaba propicia para sus virtudes. Tal llegó a ser el grado de compenetración entre uno y otro que cuando Reyes dejó el Córdoba para marcharse a la aventura china lució el dorsal 37. Curiosamente, el de Aguado en su etapa como blanquiverde. Nada más conocer la noticia, Aguado dejó un mensaje en su cuenta de Twitter: «Gracias a la vida por permitirme conocerte, pero qué hija de puta por llevarte tan pronto». Posteriormente, añadía que « tú siéndolo todo y yo no siendo nadie me acogiste desde el primer día , qué fácil fue jugar a tu lado dentro del campo y qué feliz fui en el día a día con nuestras risas y cachondeo».

Pero a José Antonio Reyes se le había encomendado una misión y era la de la permanencia del Córdoba. Y ahí fue cuando desplegó su magia. Por ejemplo, en Vallecas , ante un Rayo que olía a Primera División, adivinó una línea perfecta de pase para que Sergi Guardiola hiciera el 1-2 que abría la senda de la esperanza de la permanencia.

Después, en la cita de Reus, tiró de galones. Y con su sonrisa liberó de tensiones a los compañeros en un día crítico. A la semana siguiente, ante el Sporting, Reyes ofició de maestro de ceremonias de la fiesta de la permanencia para la que había sido llamado. El Arcángel lo despidió con una de esas ovaciones de época cuando se marchaba del terreno de juego.

Javi Lara, otro de sus compañeros en Córdoba, utilizaba el icono del corazón roto con un «sin palabras» en redes. Mientras, la cuenta oficial del club dejaba un «eres, fuiste y serás parte de nuestra historia» . Porque Reyes se hizo acreedor a ello. Un integrante de un olimpo muy particular dentro de la historia blanquiverde .

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