Abdo y Soliman hablan con una monitora del centro de acogida de Baena
Abdo y Soliman hablan con una monitora del centro de acogida de Baena - S. N.
TESTIMONIO

Refugiados sirios: «Lo importante ahora es que escapamos de la guerra»

Soliman Tartar y Mohamad Abdo llegaron la pasada semana al centro de acogida que Cruz Roja tiene en Baena

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Soliman Tartar, 86 años, sirio. Mohamad Abdo, 25 años, sirio. Refugiados. La guerra que desde 2011 asola su país los ha traído a España. Huyen de un conflicto bélico del que ya no se sabe bien quién es el malo. Si Bashar al-Asad o el Estado Islámico. La crueldad del último hace bueno al primero. Soliman y Mohamad llegaron el pasado jueves al centro de primera acogida y albergue para temporeros inmigrantes que Cruz Roja tiene en Baena. Están de paso.

Soliman quiere llegar a Barcelona porque «allí está mi hijo» que también salió de Siria «huyendo de la guerra». Por su parte, Mohamad quiere ir a Madrid y desde allí continuar camino a Alemania. Solo tienen claro su destino.

Aún no saben muy bien qué será de sus vidas ni cómo afrontar su futuro lejos de su país. Su mente la ocupa ahora un solo pensamiento: «Lo importante ahora es que escapamos de la guerra», contesta Mohamad al preguntarle por su futuro. Ambos huyeron solos de Siria.

La guerra dejó viudo a Soliman y ahora va a reencontrarse con su hijo tras ser separado de él por las armas. Mohamad ha escapado por segunda vez dejando atrás a su familia: llegó a Argelia, de allí puso rumbo a Marruecos para llegar a Melilla, y de ahí a Baena.

El viejo Tartar, enjuto, salió de Siria hace apenas 20 días. Salió en dirección Marruecos para llegar a Melilla y cruzar el Estrecho para poder reunirse con su vástago. En Melilla recibió una tarjeta de asilo que les permitía pasar a la Península de forma legal aunque una vez aquí tienen que renovarla para desplazarse sin problemas. Este trámite se lo gestionan desde el centro de inmigrantes de Baena.

«Escapamos de la guerra», repiten a modo de muletilla en cada pregunta, a la que Soliman añade bajando la cabeza que su mujer «murió en la guerra». La tristeza se ha hecho un sitio inamovible ya en sus miradas. También hay miedo e incredulidad. Les queda un largo camino hasta llegar a su destino.

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