Soterraño sopla la tarta de su 104 cumpleaños en la residencia de Aguilar de la Frontera
Soterraño sopla la tarta de su 104 cumpleaños en la residencia de Aguilar de la Frontera - j. prieto
AGUILAR DE LA FRONTERA

Soterraño Valle cumple los 104 años

La Guerra Civil, la vida sin agua corriente o luz eléctrica, la emigración... Una historia entre dos siglos

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Soterraño Valle Palma. De manera contundente pronuncia su nombre esta mujer de Aguilar de la Frontera (Córdoba) que ha cumplido este lunes 104 años y ha recibido la visita de autoridades políticas de su pueblo y la Junta de Andalucía. Se llama como la patrona del pueblo en que nació un 2 de febrero de 1911. Conserva una memoria prodigiosa aunque, como es lógico, la edad le impide recordar con exactitud algunas fechas de su dilatada vida.

Cuando llegó la Guerra Civil ella había cumplido ya 25 años y acababa de iniciar una relación de noviazgo con José, que cinco años después se convertiría en su marido.

La Guerra Civil le cogió con 25 años y su noviazgo

Hasta entonces su vida transcurrió entre Aguilar y el cortijo Gutiérrez donde sus padres eran los caseros y se encargaban de la organización del trabajo en el campo.

Por eso afirma que sus recuerdos de aquella época son «de mucho trabajo y de pocos lujos».

La muerte pronta de su padre obligó a la familia a dejar el trabajo en el cortijo y a continuar la vida en el pueblo. Aún rememora cuando en la calle de sus padres todavía no había ni luz eléctrica ni agua corriente. El día que se encendió la primera farola «en la calle se vivió como una auténtica fiesta».

A las largas labores en el campo había que sumar después la tarea de acarrear el agua a casa desde la fuente de la calle Ancha o el transporte de la ropa hasta los lavaderos públicos. «Nos aseábamos como podíamos echando agua en un barreño o en un cubo porque los cuartos de baño los tenían sólo la gente de mucho dinero».

A pesar de todo, cuando llegaba la feria o la Semana Santa de Aguilar de la Frontera se intentaba sacar un tiempo para disfrutar de la fiesta y la tradición. El que podía se hacía una ropa nueva y el que no, arreglaba lo que ya había estrenado.

Con la maleta a Barcelona

El escaso trabajo y el más que tenebroso porvenir en Aguilar hizo que, poco después de casarse, Soterraño decidiera emigrar a Barcelona con su marido. Allí estaban ya sus dos hermanas que se habían asentado poco antes en Cataluña.

La limpieza de casas y las campañas agrícolas de la viña y los frutales fueron las ocupaciones de la pareja a partir de entonces. Por eso estuvieron moviéndose entre Barcelona, Gerona o Figueras. A pesar de tanto trabajo no podía ahorrase mucho dinero porque se trabajaba mucho y se ganaba muy poco.

Nunca fue amiga de la política pero sí que recuerda con el júbilo que se vivió el fin de la dictadura franquista o la llegada de la democracia.

Tras más de 20 años en Cataluña retornaron a Aguilar de la Frontera donde ya habían comprado media casa en la calle Membrilla. Allí murió poco después su marido y transcurrió la vida jubilada de Soterraño. Cuando ya vivir sola era bastante complicado y con 102 años se trasladó a la residencia SAR Remedios de Aguilar.

A sus 102 años ingresó en una residencia donde se encomienda a Dios

Ya han muerto todos sus seres queridos aunque tiene sobrinos que están pendientes de ella. Sus achaques de salud pocos aunque «me van fallando las piernas». Dice que no quiere vivir mucho más porque ya ha visto bastante.

Pero «estaré aquí mientras Dios quiera». Quizá por eso lleva en su bolsillo de manera permanente una estampa de Jesús Nazareno. Y durante esta Navidad ya cuenta los días para su próximo cumpleaños que, según sus palabras, «será en menos de dos meses».

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