Los mejores lugares de España para vivir el carnaval

Fiestas ancestrales donde personajes de leyendas populares son los protagonistas

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  1. Lantz, Navarra

    «Carnaval toda la vida». Eso es lo que decía siempre Celia Cruz. Y nos gustaría que así fuera, pero nos conformamos con una semana al año, disfrazándonos de personajes variopintos, poniéndonos pelucas y todo tipo de complementos. Nuestros carnavales traspasan fronteras como lo hacen los de Brasil, con ritmos autóctonos, desfiles, carrozas y reinas. Pero vamos más allá y podemos presumir de algo que en el nuevo continente no tienen: carnavales ancestrales donde personajes provenientes de leyendas populares se convierten en protagonistas. Estos son solamente algunos de los carnavales más originales y con más historia de nuestra geografía.

    Lantz, Navarra

    Un carnaval con unos personajes muy particulares inspirados en una leyenda que ha pasado de generación en generación. Lantz es un pueblo fronterizo con Francia, lo que hizo que proliferaran los contrabandistas. Mikel Otxin era uno de ellos. Con el fin de parar sus fechorías, Ziripot, el más fuerte del pueblo, será el encargado de acabar con Otxin y enfrentarse a Zaldiko, fiel caballo del malhechor. Así, cada año se representa un recorrido por las calles del pueblo durante los tres días que duran los festejos. Es un carnaval con una arraigada tradición y, pese a que se desconoce la fecha exacta de su cuándo se comenzó a celebrar, hay constancia de bandos municipales prohibiéndolos del año 1911.

    Fuente: Guía Repsol

  2. Santoña, Cantabria

    Los de Santoña son fiestas declaradas de Interés Turístico desde 1985. Al igual que en muchos pueblos del norte de España, tienen un personaje principal. En este caso, y tratándose de una localidad de fuerte arraigo pesquero, es un besugo el principal actor de las fiestas. Ha raptado a una sirena y debe enfrentarse a un juicio. Todos los peces entonces, para dar testimonio, desfilan delante de Neptuno. Finalmente, a pesar de ser absuelto, el besugo muere de pena al comprobar que la sirena no está enamorada de él. Los festejos terminan con la representación del besugo quemado en las aguas de la bahía.

  3. Villanueva de la Vera, Cáceres

    Al carnaval le llaman el Peropalo debido a su protagonista. Pese a que los orígenes son inciertos, se cree que esta festividad ya se celebraba a comienzos del siglo XX. El Peropalo era un malhechor o cobrador de impuestos poco querido en la localidad, debido a los abusos de poder que ostentaba. Durante los carnavales se simula un juicio popular, se le pasea por las calles y se le insulta y se entonan canciones burlescas. Tras la condena, comunicada a todos los vecinos a través de un jinete que recorre la localidad, se quema el cuerpo de paja que simula el Peropalo, guardando la cabeza del muñeco, que se conserva hasta el año siguiente.

  4. Verín, Orense

    Son tres las localidades que participan en los Entroidos de Orense, que es como aquí llaman a los carnavales. Son muy participativos ya que prácticamente nadie acude sin disfrazar para evitar llevarse algún «zurriagazo». El inicio de las fiestas se realiza con una gran batalla en la que todos se tiran harina unos a otros. En Verín cuentan también con personajes singulares, como los cigarrones, que van vestidos con ropas vistosas, máscaras enormes de madera y cencerros atados a la cintura que permite escuchárseles llegar. Sin duda, unos Entroidos sonoros y coloridos.

  5. Tarragona

    En la capital catalana el foco de atención se centra en el fuego, presente en casi todos los actos y desfiles. Cobra además especial significado el martes de carnaval, ya que es cuando los asistentes realizan el «ball de diables» (baile de diablos) para, posteriormente el notario real, que es Lucifer, pronuncia su testamento en la plaza. No será sin embargo hasta el día siguiente, cuando se quemen el Ninot, la Ninota y la Bota (símbolos carnavalescos de Tarragona) donde también actúan los demonios, entre fuegos y cohetes.

    Fuente: Guía Repsol

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