Análisis

Mario y Sonic no suben al podio

«Mario y Sonic en los Juego Olímpicos de Rio 2016» es una apuesta irregular debido el desigual tratamiento de su base, las pruebas olímpicas

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La rivalidad de Mario y Sonic, antológica en los años noventa, quedó enterrada tras el abandono de Sega por la guerra de las consolas. La compañía del erizo azul, tras sonoros fracasos de hardware, se dedica desde hace más de una década solo a hacer software, y su mascota se pasea en las máquinas de Nintendo como secundario de lujo.

«Mario y Sonic en los Juego Olímpicos de Rio 2016», ya disponible en 3DS y a partir del 24 de junio también en WiiU, desarrollado por Sega para Nintendo, es una nueva entrega protagonizada por los personajes de ambos universos como atletas olímpicos. La base, siguiendo la tradición del subgénero deportivo, está en las diferentes pruebas, unas modalidades que exigen diversidad para evitar el aburrimiento en unos estilos destinados a jugar una y otra vez con el incentivo de la superación de marcas.

En este caso, un objetivo conseguido a medias.

Aciertos y errores

Las pruebas hacen uso de los variados recursos de la 3DS. Entre las 14 modalidades disponibles en el modo inicial hay grandes aciertos como el tiro con arco, fundamentado en el giroscopio para el control del movimiento; o el muy completo modo de golf, basado en el mejor legado de los Mario Golf, con uso de los diferentes hierros; o el uso inteligente del «stylus» en la jabalina, con importancia en la inclinación para el mejor lanzamiento. Hay pruebas básicas, reducidas al clásico machacabotones, como los 100 metros lisos. Las hay simples, como la equitación, con poca diferencia con los 110 metros lisos. Y las hay directamente desaprovechadas, como un boxeo sin apenas emoción o un tenis de mesa con problemas de control.

El problema de conjunto es que un videojuego olímpico está condenado a repetir una y otra vez las mismas pruebas, a ser rejugado hasta el infinito, con el objetivo de mejorar las marcas. Si las pruebas son anodinas, cae en el desinterés. «Mario y Sonic en los Juego Olímpicos de Rio 2016» no cae hasta el aburrimiento, gracias al esfuerzo en la variedad de sus pruebas, pero el sopor de otras hace que la variedad de modalidades realmente rejugables se reduzca.

A esta merma hay que añadir que, a pesar de contar con 40 personajes diferentes, 20 del universo Mario por otros 20 de Sonic, no son seleccionables en cualquier momento, si no que solo están presentes en determinadas pruebas. Esto reduce el interés puesto que acaba con la posibilidad de tratar de superarse con personajes menos dotados por sus habilidades en pruebas que no son de su especialidad.

El juego incluye la feliz novedad de un modo aventura. El mii, el avatar de cada jugador en su 3DS, pasa a ser el protagonista. El aspirante a atleta debe elegir entre una escuela de entrenamiento (de Mario o Sonic) para mejorar sus habilidades y progresar hasta convertirse en un deportista capaz de competir al máximo nivel. La progresión viene representada por la consecución de nuevos trajes que mejoran las habilidades. La aventura permite, entre prueba y prueba, relacionarse con otros personajes de las sagas en un auténtico modo historia.

Gráficamente bien resuelto, con una música agradable y una ausencia de competición online completan una apuesta irregular por el desigual tratamiento de su base, las pruebas olímpicas.

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