El Papa en la audiencia general de este miércoles
El Papa en la audiencia general de este miércoles - AFP

Papa Francisco: «Las migraciones son parte de la historia de la humanidad, y encerrarse no es la solución»

«Pensar que sea un fenómeno exclusivamente actual es falta de memoria histórica», advierte el Pontífice

Corresponsal en El Vaticano Actualizado: Guardar
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Haciendo notar que «la crisis económica favorece actitudes de cerrazón en lugar de acogida», el Papa Francisco ha denunciado el miércoles «el levantamiento de muros y barreras en algunas partes del mundo», al hilo de una catequesis sobre las obras de misericordia corporales de «acoger al extranjero y vestir al desnudo».

Para poner la situación actual en su contexto, el Santo Padre ha reconocido que si bien «la crisis económica, los conflictos armados y el cambio climático empujan hoy a muchas personas a emigrar», las migraciones «forman parte de la historia de la humanidad. Pensar que sea un fenómeno exclusivamente actual es falta de memoria histórica».

Abordando en la audiencia general del miércoles un debate que atenaza a varios países europeos, el Papa ha lamentado que «el trabajo silencioso de muchos hombres y mujeres que se vuelcan en ayudar a los refugiados e inmigrantes quede a veces sepultado bajo el estrépito de quienes dan voz a un egoísmo instintivo».

Según Francisco, «encerrarse no es la solución, sino que termina favoreciendo los tráficos delictivos. El único camino de salida es el de la solidaridad».

Al margen del texto escrito, el Papa ha relatado en detalle a decenas de miles de peregrinos el caso de un refugiado descalzo que preguntó a una señora romana el camino para ir precisamente a la plaza de San Pedro para ganar el Jubileo de la Misericordia.

Viéndole descalzo, la señora llamó un taxi, pero el taxista no quería dejar subir al refugiado porque daba mal olor. La señora le convenció y se subió con ellos. Por el camino, fue haciendo preguntas, y el refugiado le contó su historia personal, y las circunstancias tremendas en que había tenido que abandonar su país.

Al llegar a la plaza de San Pedro, el taxista se negó a cobrarles, diciendo: «No, señora, soy yo quien tiene que pagarles porque me han permitido conocer una historia que me ha cambiado el corazón».

Según Francisco, «era una señora de sangre armenia, que conocía muy bien ese tipo de sufrimientos en su propio pueblo. En estos casos, al principio nos resistimos a ayudar. Puede costarnos por el mal olor pero, al final, nos perfuma el alma».

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